CAMPAÑA INTOLERABLE DEL PSC
Editorial de “ABC” del 18.05.2006
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.
Las reglas del sistema
democrático exigen que se respete el juego limpio en las relaciones entre los
partidos y entre éstos y las instituciones. Desde este punto de vista, los
socialistas catalanes han superado todos los límites con su pretensión de poner
en marcha una campaña que invita a los catalanes a votar «sí» al Estatuto, con
el argumento de que el «no» sería utilizado por el PP en contra de Cataluña. No
es extraño que Josep Piqué haya llevado a la práctica la advertencia de los
populares de recurrir ante el Tribunal Superior de Justicia, la Agencia de
Protección de Datos y la Junta Electoral. Hay por supuesto buenos argumentos
jurídicos, porque incluso Maragall ha enviado cartas a los ciudadanos antes de
que el texto fuera aprobado por el Senado, con una notoria falta de respeto ante
la Cámara territorial. Pero lo peor de todo es la fórmula intolerable con la que
el PSC pretende desviar los problemas internos que han conducido al fracaso del
tripartito. Se trata, como siempre, de culpar a un enemigo «exterior». En este
caso, se identifica al PP como el partido de los «malos» catalanes, lo que
constituye una ofensa inaceptable hacia sus muchos miles de votantes y de cargos
públicos en aquella comunidad autónoma. El objetivo político es afear su
conducta a ERC, acusándola de favorecer objetivamente al partido que quedaba
excluido -mediante el pacto de Tinell- del sistema de alianzas políticamente
correctas.
Estar en contra de este Estatuto no es estar en contra de nadie, sino a favor de
Cataluña y del conjunto de España. El proyecto no convence ni al propio PSOE ni
al PSC, desplazado este último del pacto de Zapatero y Artur Mas, que salvó a
última hora un texto moribundo. Según todas las encuestas, los ciudadanos están
poco interesados en un asunto que se ha convertido en el eje de una legislatura
desperdiciada por la clase política catalana. Las expectativas de cara al
referéndum -que tendrá que convocar un gobierno prácticamente en funciones- son
poco esperanzadoras. En este contexto, el PSC pretende tirar por el camino fácil
de desviar la atención hacia quienes desvelan una maniobra que sólo beneficia a
sus intereses partidistas. Es probable que los recursos interpuestos por el PP
den su fruto ante los órganos jurisdiccionales y las administraciones
independientes a quien van dirigidos. Pero lo triste es que se siga utilizando
sin pudor el argumento de la «unión sagrada» que ya sirvió para tapar el caso
del Carmelo y el escándalo del tres por ciento. Los nacionalistas de todos los
partidos (también cuando actúan bajo las siglas socialistas) se identifican a sí
mismos sin disimulo con la entidad a la que pretenden representar en exclusiva.
Menos mal que los ciudadanos saben distinguir de sobra quién utiliza el nombre
de Cataluña al servicio de puros egoísmos coyunturales.