EL RUMBO ES LA NAVE
Artículo de JORDI BARBETA en “La Vanguardia” del 20/02/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
La crisis del Carmel está poniendo al
descubierto la gran paradoja de la política catalana: la propia debilidad del
Govern de la Generalitat está resultando el principal factor de resistencia a
las frecuentes crisis que se le van presentando. El pacto tripartito está
prendido con alfileres. Es todo tan frágil que se desmoronaría con cualquier
reajuste. Eso significa que, ante una situación de emergencia como la actual, el
presidente de la Generalitat no puede permitirse el lujo de dar un golpe de
timón, ni emprender remodelaciones de su Gabinete, ni tomar grandes decisiones,
pero como esas limitaciones están presentes en el subconsciente colectivo del
tripartito, todo el mundo procura apañarse con lo suyo. Y la nave va, aunque no
se sepa hacia dónde. No es que no tenga rumbo, el rumbo es mantener la nave a
flote.
Obsérvese lo que ha ocurrido estas últimas semanas. Se hunde el túnel del metro
en el Carmel, más de mil personas se quedan sin hogar y como reacción la
Generalitat anuncia un plan de rehabilitación integral del barrio. No se sabe
por qué, pero el Carmel no figuraba entre las prioridades de la ley de Barrios
que se había presentado como la imagen de marca de la acción legislativa del
Govern de izquierdas. Se habla de 56 millones de euros de inversión. No pasan ni
48 horas y el Ayuntamiento le enmienda la plana al Govern para anunciar otro
plan mucho más ambicioso, que prevé 235 millones de inversión. Se hace público
porque Clos y Maragall están de acuerdo. Ese plan lo defiende en el Consell
Executiu el propio president y le disuaden sus consellers con el argumento de
que tal compromiso sólo es posible si lo firman todas las administraciones y muy
especialmente la Unión Europea, porque la caja de la Generalitat no está para
tales dispendios. La idea del president recibió el apoyo de su hermano Ernest,
que es secretario del Consell, y de los titulares de Agricultura y Cultura,
Antoni Siurana y Caterina Mieras, respectivamente. En cambio se pronunciaron en
contra los pesos pesados del Executiu, entre ellos el titular de Economia,
Castells; el de Obres Públiques, Nadal; la de Interior, Tura, y hasta el líder
de Ciutadans pel Canvi y conseller de Justícia, Josep Maria Vallès. Este suceso,
que habría provocado un cataclismo político en cualquier lugar del mundo, aquí
se ha comentado como una simple anécdota.
Tras la reunión del Govern se trasladó la petición al Gobierno central y su
presidente se presentó al cabo de dos días con 16 millones para el barrio, la
quinceava parte de lo que se necesita...
Total, el uno por el otro y la casa sin barrer, y como a perro flaco todo son
pulgas, arrecian algunas hostilidades: Clos con Nadal por tener el alcalde que
compartir el problema con el conseller como si no tuviera suficiente con lo
suyo; Nadal con Bargalló y con Milà, por su escasa solidaridad mediática y
parlamentaria... Hasta un alto cargo republicano respiraba aliviado en privado
porque "si el conseller de Obres Públiques fuera de Esquerra, los socialistas y
los periodistas ya estaríais jugando a fútbol con su cabeza".
Con el drama del Carmel y las perspectivas que se ciernen sobre el Estatut, el
pesimismo ha vuelto a apoderarse de algunos que pronostican un adelanto
electoral como la salida más lógica a una situación tan insólita, pero eso es
incompatible con la principal misión de los tripulantes del tripartito: flotar.
El Govern zozobra pero la consigna es no hundirse jamás.