EL AUTISMO Y EL ESTATUT
Artículo de Francesc de Carreras, en “La Vanguardia” del 22-12-05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
¿No será que lo pactado por Zapatero y Artur Mas sea la retirada del Estatut, nuevas elecciones catalanas, pacto entre CiU y PSC con la presidencia para Artur Mas, previsiblemente el más votado? Así, de una sola tacada, Zapatero se quitaría de encima a ERC y a Maragall, los dos elementos que le hacen perder votos. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas.
Los políticos catalanes demuestran en los últimos tiempos un cierto autismo. En
psicología, el autismo suele definirse como un repliegue de la personalidad
sobre uno mismo caracterizado por la incapacidad de establecer contacto con los
demás y convertir a la propia persona en el centro de todo cuanto acontece a su
alrededor con el fin de mantener estable el entorno en el que cree vivir y
actuar. Pienso que este concepto explica muchas actitudes de la clase política
catalana.
Esta actitud es especialmente visible en el proceso de reforma del Estatut.
Durante el curso pasado asistí a diversas sesiones académicas en las cuales se
debatía la constitucionalidad de las ideas básicas del proyecto que se estaba
gestando. Los juristas catalanes que lo defendían obtenían siempre la misma
respuesta de los demás asistentes: la reforma que se propone desde Catalunya
adolece de graves problemas de inconstitucionalidad. Ministros del Gobierno,
como Solbes y Sevilla, o relevantes dirigentes del PSOE, como Chaves, se
expresaban públicamente en el mismo sentido.
Sin embargo, en Catalunya, tanto los técnicos como los políticos no se movían un
ápice de sus puntos de partida, insistiendo siempre en que estaban convencidos
de la constitucionalidad del proyecto. A finales de septiembre, el Parlament
aprobó un texto en el que no sólo se incluían todos los aspectos que para una
apabullante mayoría de juristas de fuera de Catalunya se situaban al margen de
la Constitución, sino que, además, estaba escrito en una trasnochada épica
simbólica e identitaria que ha producido el natural rechazo de los sectores más
diversos. Pues bien, a pesar de todo ello, los responsables del proyecto catalán
se mantenían imperturbables: el texto era perfectamente constitucional. Seguían
autistas: replegados en sí mismos, incapaces de escuchar las advertencias de los
demás, necesitados como estaban de preservar un ambiente estable que les diera
toda la razón.
A partir de la aprobación del texto en el Parlament, tanto el Gobierno Zapatero
como el PSOE han precisado muy exactamente los aspectos que consideraban
inconstitucionales. El dictamen emitido por cuatro catedráticos de Derecho
Constitucional fue una importante carga de profundidad dirigida contra el
proyecto: aspectos esenciales se consideraban inconstitucionales en la misma
línea de los debates académicos a los que antes me refería. Este dictamen fue
adoptado por la dirección del PSOE como posición propia frente al Estatut. Pocos
días después, el discurso de Zapatero en el debate de toma en consideración en
el Congreso no hacía otra cosa que insistir en lo mismo.
A pesar de todo ello, los políticos catalanes seguían autistas. En efecto,
aunque en Catalunya las críticas han aumentado en las últimas semanas, los
defensores del nuevo Estatut siguen dominando la opinión pública catalana en la
misma medida que apenas encuentran apoyos en el resto de España. Aún el domingo
pasado, el president Maragall decía en estas páginas de La Vanguardia que desde
su punto de vista "no hay que tocar mucho del Estatut en Madrid". El autismo
sigue. Y en los últimos días se ha renovado: tanto la contraoferta de Solbes
sobre financiación como el texto alternativo hecho público por el Gobierno
parecen haber sorprendido a los políticos catalanes. Digo parecen porque su
reacción o es autista o es hipócrita: conocían perfectamente las posiciones del
Gobierno desde hace tiempo y en concreto conocían el texto alternativo porque lo
han estado negociando durante las últimas semanas con los equipos de la Moncloa.
Por tanto, sorpresa, ninguna. Solbes y la Moncloa están donde estaban. El texto
alternativo no es más que la aplicación del dictamen de los constitucionalistas.
Ello es fácilmente comprobable si se leen ambos.
Por si faltaba algo, una autoridad de tanto peso como es el profesor García de
Enterría, que no prodiga sus manifestaciones políticas, hizo en el ABC del
domingo pasado unas contundentes declaraciones que no dejaban lugar para la
duda: "Lo que es nuevo, lo que provoca la crispación, donde están los excesos en
realidad, donde está, incluso, la puesta en cuestión del porvenir del país, es
en el proyecto de Estatut, ese que han mandado los catalanes, que es
completamente infumable. No hay duda de que va contra la Constitución, y si el
Gobierno tuviera la intención de aprobarlo así, sería rechazado por el Tribunal
Constitucional. Eso lo sabe todo el mundo. Ese proyecto no puede ser aprobado".
Atención: no es sólo inconstitucional, sino completamente infumable.
Por tanto, aquí hay gato encerrado. Alguien engaña u oculta sus verdaderas
intenciones. ¿Hasta dónde está dispuesta a rebajar ERC al mostrar tanta sorpresa
ante unas posiciones que ya conoce? ¿Conoce Maragall lo que pactaron en
septiembre Zapatero y Artur Mas? Y si lo conoce, ¿está de acuerdo? Porque sobre
esta entrevista no hay una versión oficial, aunque existen muchas versiones
oficiosas. ¿No será que lo pactado entonces sea la retirada del Estatut, nuevas
elecciones en Catalunya, pacto entre CiU y PSC para ofrecer la presidencia a
Artur Mas, previsiblemente el más votado? Así, de una sola tacada, Zapatero se
quitaría de encima a ERC y a Maragall, los dos elementos que le hacen perder
voto según las encuestas y le ocasionan graves problemas en el PSOE.
Todo puede ser. Ahora bien, para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Nos
podíamos haber ahorrado el tripartito, el Estatut, el boicot y el malestar
generado en España.
(Francesc de Carreras es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad
Autónoma deBarcelona)