FARISEOS EN CATALUNYA

 

 Artículo de Francesc de Carreras  en “La Vanguardia” del 2-2-06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 


El ministro Jordi Sevilla, en conversación privada, aseguró el lunes al secretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, que José Montilla no tenía muchas posibilidades de presidir la Generalitat por su condición de "charnego", es decir, por no haber nacido en Catalunya. Al día siguiente, Sevilla se ratificó en su opinión y añadió que Montilla compartía también este criterio.

En cambio, según La Vanguardia de ayer, las reacciones de la clase política catalana han sido de "estupor". Joaquim Nadal, portavoz del Gobierno, manifestó que "en Catalunya todos tenemos claro que puede ser candidato a presidente cualquier ciudadano que viva y trabaje en Catalunya, ahora y hace décadas". El conseller Josep Bargalló afirmó que el término "charnego" está "fuera del imaginario de los catalanes". Felip Puig, en nombre de CiU, tras asegurar que "la expresión no forma parte del léxico de Catalunya", declaró que "todas las personas tienen las mismas posibilidades de promoción social, económica y política con independencia de su origen".

Si no fuera porque desde hace años es evidente que en Catalunya hay una verdad oficial y una verdad real, lo que me causaría estupor serían las palabras de Nadal, Bargalló y Puig. Ahora bien, quizás en una cuestión formal tengan razón: la palabra charnego no suele ser utilizada hoy en público por sus connotaciones discriminatorias en aras de una corrección política que en la Catalunya oficial se cuida mucho. Pero en la selección de ciertos cargos públicos, las prevenciones sobre la idoneidad de un candidato en el caso de que no sea catalán de nacimiento sigue siendo una de las reglas no escritas de la política catalana. Charnegos, pues, en ese mundo, como las meigas, haberlos, haylos.

Por ejemplo, en respuesta a las palabras de Sevilla, Carod-Rovira presumió anteayer de que por el momento "el único candidato charnego a la presidencia de la Generalitat soy yo". Efectivamente, así es: su padre nació en Aragón y su madre en Catalunya. Pero fíjense: no se hace llamar Carod Rovira sino Carod-Rovira, con guión entre ambos apellidos. ¿A qué responde este significativo detalle? Muy probablemente para dejar claro que su origen es también catalán: si bien su padre es un Carod aragonés, su madre es una Rovira catalana, quizás emparentada con Rovira i Virgili. Estamos, pues, salvados: con estas credenciales uno puede ya circular cómodamente por los pasillos de la política catalana.

Veámoslo desde otro ángulo: los apellidos de los miembros del Gobierno catalán. Ahí va la lista: Maragall i Mira, Bargalló i Valls, Ciurana i Zaragoza, Simó i Castell, Huguet i Biosca, Mieras i Barceló, Castells i Oliveras, Cid i Pañella, Carretero i Grau, Tura i Camafreita, Vallès i Casadevall, Milà i Solsona, Nadal i Farreras, Saura i Laporta, Geli i Fàbrega, Rañé i Blasco, Solà i Ferrando. Si no me equivoco, todos nacidos en Catalunya, excepto Mieras y Solà, que han nacido, respectivamente, en Baleares y en la Comunidad Valenciana y son, por tanto, catalanohablantes. En fin, que no pasa nada, que todo puede ser una casualidad, que incluso algunos de estos apellidos no parecen ser originariamente catalanes. Pero no me negarán que no deja de ser sorprendente que no aparezca ningún Sánchez, González, Rodríguez, Pérez, Martínez o García, los que más abundan, con gran diferencia, en la guía telefónica.

Por tanto, quizás no habría que mostrar estupor por las palabras de Sevilla, sino por el hecho de que entre los miembros del Gobierno de Catalunya no figure ningún apellido terminado en z. Todo ello quizás confirma la probable vigencia de aquella famosa frase de Antonio Santiburcio, dirigente del PSC prematuramente muerto, que al ser preguntado por sus posibilidades de ser candidato a alcalde de Barcelona, dado que era el máximo dirigente de su partido en la ciudad, respondió: "Lamentablemente, un inmigrante en Catalunya todavía no tiene posibilidades de aspirar a ser ni alcalde de Barcelona ni presidente de la Generalitat". Ante estas palabras, un conocido arquitecto comentó: "¿Pero quién es ese Santiburcio?". Sólo le faltaba añadir: con ese apellido no puede aspirar a nada.

Pero la vida política oficial de Catalunya está repleta de fariseísmo e hipocresía y lo políticamente correcto es negar que exista la discriminación por origen. Como también es políticamente correcto decir que los causantes de la crispación son el PP y la Cope sin tener en cuenta la muy copiosa contribución catalana. Por ejemplo, ¿se comentan un día tras otro en las tertulias televisivas y radiofónicas los insultos y el lanzamiento de huevos que recibió hace unos días el diputado del PP Jorge Fernández-Díaz por parte de jóvenes independentistas? ¿Lo han condenado con claridad sus colegas de los demás partidos? O bien otro hecho todavía más escandaloso: los soeces insultos pronunciados por el actor Pepe Rubianes en un programa de TV3 ante la pasividad del presentador Albert Om. No sé si ustedes se han enterado, pero merece un párrafo aparte.

Dijo Rubianes, a media tarde, ante la audiencia catalana: "Que se vayan a tomar por el culo estos españoles, ojalá les exploten los cojones y vayan al cielo sus cojones, se vaya a la mierda la puta España". Y prosiguió: "Catalunya da de comer a media Extremadura, ni los perros feroces o rabiosos muerden la mano que les da de comer". ¿Se imaginan que alguien en el resto de España dijera lo mismo de Catalunya y de los catalanes?

¡En Catalunya no se crispa el ambiente! Fariseos.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB