LA IZQUIERDA REACCIONA
Artículo de Álvaro Delgado-Gal en “La Gaceta de los Negocios”, 12 de
mayo de 2006
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
El formateado es mío (L. B.-B.)
La plataforma de "Ciudadanos" no cultiva el nacionalismo español. Pero
reivindica España como un espacio más hospitalario, más ancho, más transitable,
que el patio de recreo convergente o peneuvista. Se está redescubriendo España..
Anteayaer hizo su presentación en Madrid "Ciudadanos de Cataluña", la plataforma
que apadrinan Albert Boadella, Arcadi Espada, Francesc Carreras, y otros
notables del periodismo, la universidad, y el mundo intelectual de Barcelona. Es
pronto aún para saber si esta agrupación, descolgada del sistema de partidos,
será capaz de organizarse y reunir unos cuantos
diputados en unas elecciones. La política se ha convertido en un ejercicio muy
profesional, amén de caro, y las carencias de "Ciudadanos" en el apartado de la
práctica concreta, y de las astucias e insistencias que generan votos, son
evidentes. Pero ello no quita para que se trate de una iniciativa importante.
Intuyo que un historiador futuro de la democracia española no podrá por menos de
hacer mención de este grupo de intelectuales discrepantes, pase lo que pase. Por
varias razones.
Dato esencial: "Ciudadanos" es un colectivo de izquierdas,
antinacionalista, y surgido en la región donde está naufragando de modo más
aparatoso la representación democrática. O sea, Cataluña. En Cataluña se
conjugan, y exacerban, las contradicciones del régimen actual.
La Constitución del 78 fue un documento improvisado para facilitar a la España
heredada de Franco el paso hacia la democracia. La Carta Magna incorpora los
mecanismos clásicos de la libertad política, al tiempo que contempla soluciones
especiales para encajar el contencioso nacionalista. Si las cosas hubieran
transcurrido según lo deseaban los constituyentes, disfrutaríamos ahora de un
Estado descentralizado, con fórmulas de autogobierno suficientes para satisfacer
las aspiraciones diferenciales de vascos y catalanes. Pero el curso de los
acontecimientos no se ajustó al guión previsto. Las provisiones
descentralizadoras crearon nichos ecológicos en que se han asentado, crecido, y
transformado en hegemónicos, los nacionalismos antañones.
Que el fortalecimiento nacionalista ha entrado en conflicto con las libertades
individuales, es un hecho que sólo se puede negar desde la mala fe. "Ciudadanos
de Cataluña" integra una respuesta a esta deriva infeliz.
¿El argumento principal? La invocación de la libertad y de una identidad civil
que supere el afán de control que vienen ejerciendo, con violencia creciente,
las oligarquías locales. Esa identidad más abierta, sólo puede ser la española.
La plataforma de "Ciudadanos" no cultiva el nacionalismo
español. Pero reivindica España como un espacio más hospitalario, más ancho, más
transitable, que el patio de recreo convergente o peneuvista.
Se está
redescubriendo España, no desde un concepto unitarista y hostil por definición
al Estado autonómico, sino desde la experiencia amarga de lo que
ocurre cuando poderes implantados en un territorio pequeño se enquistan y
bastardean en formas de ocupación social de índole seudomafiosa.
El sentido del
trayecto, es fundamental para comprender el espíritu de la asociación.
Falta todavía, en la ecuación, el factor "izquierda". No constituye un
secreto que el partido socialista, en Cataluña, decidió, por motivos históricos,
o incluso familiares, defender una causa que no es la de su electorado natural.
Me refiero a la porción de ciudadanos, superior al 50%, que habla castellano en
casa y que no tiene, no puede tener, interés alguno
en someterse al arbitrio político de un grupo dirigente que percibe lo
castellano como un baldón, y a la vez, como una amenaza. La desconexión
existente entre el votante y su representación política se manifiesta en los
datos de participación electoral, así como en el sentido del voto. La
participación es mayor, y los resultados del PSC siempre mejores, en las
elecciones generales que en las autonómicas. Esto es, el votante socialista vota
más a gusto al socialismo deslocalizado, que a sus representantes inmediatos,
desmintiendo el fundamento moral y político de la
descentralización federal.
La paradoja viene de lejos. Pero se hizo insoportable tras la
constitución del tripartito. Hace dos años y medio, Cataluña estrenó por fin un
gobierno de izquierdas que desalojaba al nacionalismo de derechas del poder y
abría, en potencia, un horizonte nuevo. Pero la situación, en lugar de mejorar,
ha empeorado bajo la presidencia de Maragall. El PSC, empujado
por tácticas de vía estrecha, por su alianza con ERC, y por su obscuridad
general de ideas, ha impulsado un Estatuto carcelario que castiga al hablante
del castellano y somete a la sociedad a la vigilancia agobiante de una clase
política corrompida, inepta, y autárquica. Una parte de la izquierda ha dicho
"hasta aquí hemos llegado", y se ha puesto en movimiento.
El gesto es saludable y moralmente oxigenante. Que haya suerte.