EL ESTIGMA DEL PP CATALÁN
Artículo de Edurne Uriarte en “ABC” del 10.10.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Algunos populares catalanes muestran una sorprendente dificultad para entender cuál es el problema del PP en Cataluña. Lo digo por las últimas declaraciones de Montserrat Nebreda, la número 2 de Piqué en las próximas elecciones, que afirmaba el viernes pasado que la «imagen estigmatizada» del PP en Cataluña es consecuencia del «discurso estridente» de «algunos del PP en Madrid». Ni toda una vida viviendo la experiencia del nacionalismo es suficiente, al parecer, para identificar sus efectos sociales.
Me refiero a efectos como los vistos este fin de semana en el partido entre las selecciones vasca y catalana, a esas lindezas coreadas por los espectadores, tales como «Puta España», «Españoles, hijos de puta» o «Español el que no bote». A las banderas independentistas, a los carteles de la autodeterminación, a las consignas proetarras. El problema del PP catalán se sitúa allí, no en Madrid. Y estriba precisamente en su ausencia, en que era el único que no estaba, botando o aplaudiendo el espectáculo. El de las gradas, que no el fútbol, que ni tenía la más mínima importancia ni era el motivo que había llevado a la gente al Camp Nou.
Y la diferencia del PSC es que sí estaba, representado nada menos que por el mismísimo presidente de la Generalitat. No creo que botara, pero asentía, sostenía y apoyaba. Por eso no tiene estigma, o lo tiene congelado, porque últimamente se ha integrado con entusiasmo en espectáculos como el del domingo o ha reivindicado la selección «nacional» catalana como «consecuencia obvia de la consideración de Cataluña como nación en el Estatuto». Para perder el estigma no hay que mirar hacia Madrid, sino hacia las gradas del Camp Nou. Y botar cuando te lo pidan o sonreír cuando lo hagan los demás.
Y esto no tiene nada que ver con lo que digan o dejen de decir los dirigentes populares en Madrid sino con la resistencia a la inmersión en la cultura nacionalista dominante en Cataluña. Sea en su vertiente radical, ERC; moderada, CIU, o adaptada, PSC, que todos estaban en el Camp Nou. Y lo mismo le pasa al PP vasco, con la diferencia de que los populares vascos lo entienden mucho mejor, seguramente por las terribles lecciones del terrorismo. Ninguna relación con el centrismo, el conservadurismo o las «estridencias». Piqué representa el centrismo, pero sería igual de rechazado si se identificara con el ala más conservadora. Cualquiera que conozca política y personalmente a Jaime Mayor Oreja sabe que su posición política nada tiene de «estridente», a no ser que consideremos estridente el empeño en llamar las cosas por su nombre en asuntos de terrorismo. Pero ha sufrido un implacable y constante rechazo en el País Vasco; mucho mayor que Otegi, no se olvide. No por sus estridencias, sino por su españolidad.
Si no eres de derechas, ni siquiera tienes dirigentes en Madrid, pero insistes en lo de español, como los de Ciutadans, te pasa lo mismo. Te sale un estigma.