ESTATUT, SECUESTRO DE LA LIBERTAD
Artículo de Wilfredo Espina en “Diario Directo” del 23-12-05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Hay que insistir, aunque sea
políticamente incorrecto. El proyecto de Estatut no va a favor de la libertad,
sino que la limita. La de las personas, empresas, organizaciones, medios de
comunicación –¡ojo con la libertad de prensa!-, e, incluso, de los propios
representantes en el Parlament a la hora de legislar. Es un corsé perjudicial
para la vitalidad de la sociedad catalana; por lo tanto, de Catalunya. Por esto,
con insistencia y a contracorriente, lo he alertado, como han hecho otros
catalanes, desde diferentes publicaciones.
Es de agradecer, por tanto, que una persona reconocida y conocedora del tema,
como es el abogado y profesor universitario Josep López de Lerma, de clara
vocación catalanista, salga en defensa de la libertad de los ciudadanos y de la
sociedad catalana, que parece merecer poca confianza a los autores del proyecto
de Estatut que tanta polémica está levantando. Con el título de “Estatut i
llibertat” ha publicado un interesante artículo en el prestigioso diario
nacionalista “El Punt” en este sentido. Es alentador que haya voces que no se
dejen llevar por el ambiente de lo que ahora parece “políticamente correcto” y
digan lo que piensan sin tapujos, y que se publique en diarios como este. Una
muestra de salud política y profesional.
De entrada, López de Lerma expresa su extrañeza y formula esta denuncia: ”No
puedo entender cómo el Parlament de Catalunya, una nación que basa su fuerza en
la gente, conjugue 703 veces los verbos regular, gestionar, intervenir,
controlar, inspeccionar, ordenar, planificar, legislar y reglamentar en 247
disposiciones”. Y continúa: "Yo soy de los que creen en la fuerza serena y
constructiva de Catalunya entendida como país con gente y no como una
abstracción política. De los que creen que 'el hecho social es más importante
que el hecho político' y también que 'la sociedad es más importante que la
política' (Pujol, 1982)”. Y tras enumerar aquel listado de verbos limitadores,
al menos en potencia, de la libertad de los ciudadanos, añade: "Es imposible
mostrar una mayor desconfianza hacia la capacidad de iniciativa, la madurez y la
voluntad de prosperar de las personas en un texto a partir del cual, y
supeditado al cual, legislarán los futuros diputados”. Y concretando más dice
López de Lerma que "esta desconfianza se observa desde la educación hasta el
tejido asociativo pasando por temas como las ferias, las cajas de ahorro, la
caza, los colegios profesionales o el deporte, espacio lúdico -que nos aporta
perlas cómo que la Generalitat garantiza incluso 'la salud de los
espectadores'-, de las actividades físicas y deportivas".
Y acaba, muy contundente, afirmando que los gritos de “Visca Catalunya!” y
“Volem un nou Estatut!”, que tantos catalanes compartimos, 'no pueden esconder
la realidad, triste y angustiosa para mí -afirma-, de un proyecto estatutario
regido por la desconfianza que pretende modelar la sociedad en un determinado
sentido y condicionar a los futuros diputados bajo unos parámetros ideológicos
que están muy lejos de la sociedad «abierta» (Roca, 1982) en la cual me
identifico en mi trayectoria y en mi presente. Por esto hablo de sovietización
como expresión plástica contundente del secuestro de libertades que encuentro en
este «nuevo» Estatut'.
Después de leer este duro artículo, parece que en el mío publicado con el título
"Un Estatut para políticos y no para ciudadanos", refiriéndome a que busca más
dar poder a la clase política que libertad a los ciudadanos, me quedé corto.
Pues resulta que -como apunta López de Lerma- ni siquiera da más poder a “todos”
los políticos – actuales y futuros, de la tendencia que sean- sino
principalmente a los que ahora mandan o influyen ya que se impone, con rango
estatutario, un modelo político y de gobierno, cuando un Estatut –como una
Constitución- debe ser un marco jurídico y unas reglas de juego en que quepan
todos los ciudadanos y todas las tendencias políticas y las distintas formas
legítimas de gobernar.
¿Quién puede votar un Estatut que secuestra de tal modo la libertat de la
sociedad?
Wifredo Espina. Periodista y abogado..