ESTATUT: SE ESTÁ JUGANDO CON LA GENTE
Artículo de Wilfredo Espina en “Diario Directo” del 7-2-06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Los hechos parecen darle la razón a Omium Cultural cuando considera que “la
negociación básicamente bilateral” de los cuatro partidos políticos catalanes ha
conseguido “debilitar la capacidad de mantener los aspectos sustanciales” del
texto estatutario que se aprobó –con tanta euforia como precipitacióm- en el
Parlament.
Ciertamente, “la fuerza democrática” que representaba la aprobación del texto
con casi un 90 por ciento de los votos de los diputados “se ha debilitado cuando
el interés de cada partido sa ha puesto por delante del interés general” de
Catalunya, como dice la prestigiosa entidad que preside Jordi Porta..
Triste denuncia de división y de partidismo entre los que cada día claman
defender el país. A la hora de hacer política de verdad –que es el arte de lo
posible y de la negociación- los políticos catalanes o se cierran en banda o se
echan los trastos a la cabeza. Nuestros políticos catalanes debieran
preguntarse: ¿Somos así o se que no sabemos más?
Seguramente por esto –porque somos así o no sabemos más-, ahora resulta que el
Estatut catalán nos lo hacen en Madrid. El que en Cataluña se aprobó ha servido
–además de para asustar y crispar – de borrador y poca cosa más, porque el que,
a partir de la próxima semana, se debatirá en las Cortes y seguramente saldrá
adelante, tendrá poco a ver en aquello que era esencial en el que se aplaudió
tanto al Parlament del Parc de La Ciutadella.
Carod –mezcla de rauxa, astucia e ingenuidad - ha dicho gráficamente que con el
acuerdo de Mas-Zapatero, “ya no somos una nación, somos un preámbulo”, puesto
que el término nación sólo aparece en el preámbulo –para que no se diga- , y no
en el artículo primero de l’articulado, que era el sueño nacionalista. Y
respecto de la financiación, aquello tan bonito -y práctico, pues teníamos la
sartén por el mango- de recaudar “todos” los tributos ha acabado en “algunos”
tributos.
Es decir, las dos piedras filosofales de famoso Estatut del 30 de septiembre,
que se decía y se aseguraba que era el que querían todos los catalanes y que era
la expresión más auténtica de la verdadera Cataluña, se han ido a hacer
gárgaras. No, no sabemos más.
¿O es que los que decían todo esto en el fondo no lo creían? ¿Es que muchos de
los que aplaudían con tanto entusiasmo en realidad hacían bastante comedia?
Ahora resulta que hay un acuerdo partidista –como lo considera Òmnium- que
mejora ciertamente la situación actual, pero del que se han evaporado las
esencias que casi todos nuestros políticos clamaban como “innegociables”.
Incluso da la impresión de que muchos ya ni se acuerdan.
Se han evaporado, señores de Òmnium Cultural, se han evaporado, como pasó un día
con “los *Principios, permanentes e inalterables, del Movimiento Nacional”.
¿Recuerdan? Y, quien más quien menos, todos contentos! Salvo unos cuántos, claro
está, los de siempre...
Mientras estos –que tampoco han sabido estar a la altura de las circunstancias,
porque pedían la luna”- ahora gritan y ponen mala cara pero quieren continuar en
el Govern tripartito -pues fuera da demasiado aire-, resulta que el Estatut nos
lo hacen en Madrid, porque aquí no hemos sabido hacerlo. Con muchas idas y
venidas, esto sí; con mucho puente aéreo, y alguna escapada de incógnito en
coche por ir a firmar algo en la oscuridad de la noche – no sea que el otro se
entere- en el palacio de La Moncloa
O por ir a una comida o cena, como el ingenuo comensal -“ir a por lana y volver
trasquilado”-, que ahora ya casi resulta un estorbo a todos y va por las radios
y televisiones diciendo pestes de quien hace poco le invitaba a su mesa. Lo que
decíamos: no sabemos.
Sí, sí; el Estatut nos lo hacen en Madrid. Nada de “Estatut de Núria” o “de
Sau", como antes, ahora “Estatut de la Moncloa” o “De Zapatero”. Mientras
nuestros políticos estén instalados en “el todo o nada”, en los propios
“principios permanentes e inalterables”, en las trincheras de lo “innegociable”,
seguiremos tirando de puente aéreo, de comidas y cenas en la Moncloa y de firmas
a media noche, entre vergonzantes y realistas, según como se mire. Ahora el
desconcertante presidente Maragall y el avispado jefe de la oposición Artur Mas
–después de decirnos y prometernos antes tantas cosas a los catalanes- nos lo
venden como “un buen Estatut”. Y quizás no estará del todo mal. Enhorabuena!
Como dice el abat de Poblet: "se está jugando con la gente”. No sabemos más,
padre Abad. Rece por nosotros, principalmente por nuestros políticos.
Aquí, en Catalunya -la tradicional tierra de la gente de “seny” (cordura)-, con
demasiada frecuencia, gracias a nuestros políticos, o somos de la “ceba”
(nacionalistas rematados) o tan pragmáticos como de: a ver quien llega primero a
la caja. Así no se hace la Política.