CATALUÑA, ”UNA NACIÓN” EN MINÚSCULA
Artículo de Wilfredo Espina en “Diario Directo” del 13.02.2006
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Cataluña, reconocida como “una nación”. Así se desprende de la última redacción
del preámbulo del Estatut, aprobada en la Ponencia conjunta del Congreso y del
Parlament. Se ha producido un cambio substancial respecto del texto anterior
pactado entre Zapatero y Mas. Veámoslo.
En este pacto, según las versiones publicadas, se decía que “el Parlament de
Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de ciudadanos y ciudadanas
catalanes, ha definido de manera ampliamente mayoritaria a Cataluña como una
nación. La Constitución, en su artículo segundo, reconoce esta realidad nacional
de Cataluña como una nacionalidad”. ¿En qué consiste el cambio actual?
Pues que en lugar de decir que el Parlament recogía el sentimiento y la voluntad
“de ciudadanos y ciudadanas catalanes” –“de”, pero no “de los”- ahora se dice
que este sentimiento y esta voluntad es el de “la ciudadanía catalana”. Por
tanto, no de unos –muchos o pocos- ciudadanos y ciudadanas, sino “de la
ciudadanía catalana” en general, de toda. la ciudadanía. Y se añade seguidamente
que “la Constitución, en su artículo segundo, reconoce esta realidad nacional de
Cataluña como una nacionalidad”.
Es decir, “la ciudadanía catalana” se ha “definido” legalmente, a través del
Parlament, como “una nación” y “la Constitución reconoce esta realidad nacional”
si bien la llama “nacionalidad”. Por tanto, la realidad es la “nación”, la
denominación “nacionalidad” y la manera como ejerce su autogobierno “comunidad
autónoma”.
Esto último se deduce del primer artículo del nuevo Estatut (que es
prácticamente el mismo que el vigente de 1979) que considera a Cataluña como
“una nacionalidad que ejerce su autogobierno constituida como comunidad
autónoma”, lo que indica que lo de “comunidad autónoma” es secundario ya que se
refiere a la manera de “ejercer” su autogobierno por parte de una “nacionalidad”
que es la palabra como es “reconocida” esta “realidad” de “nación”.
Total: una forma rocambolesca de decir disimuladamente lo que disponía el
Estatut salido del Parlament de Cataluña el 30 de septiembre: “Cataluña es una
nación”. Por esto Artur Mas ha exclamado que “este es un gran día”, mientras el
celoso Carod, que prefería menos circunloquios para decir lo mismo, ha afirmado
que “no es un día grande”, y el PP ha votado en contra.
Estamos, pues, ante un nuevo paso de doble filo. Por un lado, este
reconocimiento real de “nación” constituirá una nueva plataforma para
reivindicar desde ella la soberanía y la autodeterminación, y, por otro, dará
nuevos argumentos a quienes sostienen que se trata de una reforma encubierta de
la Constitución para acudir al Tribunal Constitucional.
La “vía Mas” de alcanzar “por etapas” lo aprobado por el Parlament de Cataluña,
al final coincidirá con la “vía Carod” de ir más deprisa, aunque fuese con el
subterfugio sacado a última hora de introducir la palabra “nación” escrita en
minúscula para distinguirla de la española en mayúscula.
Quizás la primera redacción –la del pacto Mas-Zapatero-, vistas las encuestas y
las reacciones, era sociológicamente más rigurosa y políticamente más prudente.
Las cosas pueden complicarse aún más.