EL ODIO A CATALUÑA

 

 Artículo de Iñaki Ezkerra en  “La Razón” del 01.12.05

 

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo siguiente para incluirlo en este sitio web (L. B.-B.)

 

En un acto de la Biblioteca Nacional en la Pedrera (o sea en un acto oficial que pagamos todos) Rosa Regás ha dicho que «el PP odia a Cataluña». De las acusaciones que se le han hecho al PP, que han sido muchas, ésa es la más disparatada de todas. Odiando a Cataluña Piqué no habría tragado lo que ha tragado con el nacionalismo catalán ni el PP habría tragado lo que ha tragado con Piqué. Lo que ha hecho Rosa Regás es una acusación tan facilona, ventajista e inverosímil como su propia «literatura». A una escritora se le suponen más recursos. Hace poco, por cierto, Rosa Regás también se metió con Maria de la Pau Janer y la novela con la que ganó el Planeta cuando el único problema de la novela de Maria de la Pau Janer es su influencia de Rosa Regás. Como en su caso, Janer usa los materiales de la novela rosa y el best seller saboteando ambos géneros al empeñarse en hacer buena literatura sin hacerla. Pero sigamos con la cuestión del imaginario odio a Cataluña del PP. Esa acusación no es más que una nueva versión en miniatura autonómica del genuino vicio de la retórica franquista de ver en todo el que disentía políticamente a alguien que odiaba a España. Y todo porque el PP ha dicho algo que queda explícito en el último comunicado de ETA: que esa banda terrorista tutela los cambios estatutarios prometidos para Euskadi y Cataluña. Y es que el único modo de liberarse de ese feo tutelaje es rechazarlo desde las instituciones y los partidos catalanes, no ver odios donde no los hay. Bastaría con que el Parlament se pronunciara contra ese indeseable aliado y desautorizara su aval, que abarca desde el apoyo literal del texto a la exigencia amenazante y a la minitregua como partes complementarias del mismo chantaje, para que inmediatamente fueran papel mojado tanto el Pacto de Perpiñán como la Declaración de Barcelona, como todos esos pasos sistemáticos que el PSC, ERC y CiU han dado precisamente en la táctica de servirse del nacionalismo vasco –ETA incluida–, de coincidir y de confundirse con él. Pasos que van desde el aplauso de la Cámara catalana al lehendakari de Lizarra hasta la manipulación de la manifestación por Ernest Lluch que trató de hacer de ésta un alegato a favor del diálogo con los terroristas.

Pues bien, aún existiendo todos esos antecedentes, bastaría con decirle oficialmente a ETA que no se inmiscuya en Cataluña para que tal infame tutelaje quedara desmentido y desarticulado.

¿Odian a Cataluña quienes se quejan de esa confusión pero la alimentan tanto como ETA al no deshacerla? ¿Odia a Cataluña Rosa Regás al hablar en su nombre? ¿Es un colectivo en vez de una escritora? Uno no odia a Rosa Regás sino lo que Rosa Regás representa y no sería fundada la acusación de que por esa razón uno odia a Cataluña. Como tampoco sería fundada la acusación de que aquél que no esté de acuerdo con este artículo odia al pueblo vasco ya que uno es vasco. Como tampoco sería fundado afirmar que, en virtud de mis fobias, el pueblo vasco odia en masa a Rosa Regás. Y aquí es adonde uno quería llegar: a la raíz megalomaníaca de la lógica que acusa al otro gratuitamente de odios patrios.