¿GÜNTER GRASS EN CATALUÑA?
Se trata, en fin, de que deje de ser pecado también en Cataluña
pertenecer al PP o a cualquier otro partido
Artículo de Iñaki EZKERRA en “La Razón” del 14.12.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Un buen ejemplo de lo deformada que anda la realidad en el debate político es ese «oscuro» pasado en las Nuevas Generaciones del PP que ha ocultado Albert Rivera, el candidato de Ciudadanos, como si se tratara de una mancha, un pecado de juventud, algo de lo que hay que avergonzarse. No tengo la intención de ensañarme en ese renuncio pero sí de tomarlo como el síntoma que es de una patología social e interpretar qué significa. ¿Qué ha pasado en una sociedad moderna, económicamente pujante y supuestamente culta para que alguien oculte su militancia en el colectivo juvenil de uno de los dos grandes partidos mayoritarios de un país democrático imitando al Günter Grass que calló su pasado en las SS? ¿Va a pedir perdón a la Humanidad por «un crimen tan execrable» como haber pertenecido a las Nuevas Generaciones del PP el hombre que se desnudó por fuera pero no por dentro? ¿Tan grave es eso como para esconderlo?
Es obvio que el nuevo partido nacido en Cataluña no cree que tal militancia es un crimen de lesa humanidad como parece obvio también que era condición indispensable para encabezar la lista de dicha formación en las pasadas autonómicas no haber militado en las fi las del PP. Se quería evitar a toda costa cualquier identificación biográfica con ese partido para esquivar la acusación fácil de la identificación ideológica por parte de los nacionalistas, PSC incluido. Pero el problema sigue siendo en el fondo el mismo de considerar una «acusación que descalifica» la militancia en un partido democrático. Es legítimo que Ciudadanos «quiera parecer un partido de izquierdas», pero no que obvie el hecho esencial de que durante años el PP ha llenado el hueco de la respuesta al nacionalismo del que había desertado la izquierda catalana. Porque es precisamente ese hecho –el de que no hay una verdadera izquierda que sea coherente frente al nacionalismo en Cataluña– el que justifica el nacimiento de un partido nuevo. No tiene nada de vergonzoso ni de raro que las gentes de izquierda que no se identificaban con la deriva del PSC se acercaran al PP o a sus aledaños, al tejido asociativo creado por Vidal Quadras o a las Nuevas Generaciones como es el caso. No hay nada malo en haberse acercado al PP siendo de izquierdas o derechas.
Como tampoco hay nada malo en el voto de izquierdas o derechas que le den a Ciudadanos los que no se conforman con el asociacionismo cívico o piensan que Piqué no es la respuesta adecuada al nacionalismo. Si no hay tamices selectivos para los votantes, tampoco debería haberlos para los candidatos pues entonces se sigue negando la realidad cuando lo que se pretendía era responder a ésta.
De lo que se trata, en fi n, es de ir más lejos que Piqué en esa respuesta a la vieja ofensiva nacionalista que ha acabado desembocando en el Estatut. Para un viaje a unos complejos mayores todavía que los de Piqué no hacía falta alforjas. De lo que se trata es de que el izquierdismo, el derechismo o el centrismo del nuevo partido se vea en los contenidos. Se trata de crear conciencia ciudadana y de ser todos lo que queramos en libertad, no de lavar malas conciencias por lo que hemos sido o no hemos sido cuando esa libertad y esa opción de voto no existían. Se trata, en fin, de que deje de ser pecado también en Cataluña pertenecer al PP o a cualquier otro partido.