CATALUNYA PERPLEJA
Artículo de Salvador Giner* en “El Periódico” del 09 de septiembre de 2008
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Con
un breve comentario al final:
CATALUÑA
OFUSCADA
(Luis
Bouza-Brey, 9-9-08, 9:00)
La sensación de que se
nos está hurtando el progreso solo puede llevar a la desorientación
La Diada va a llegar este año precedida por una cierta
excitación pública en torno de algunas opiniones expresadas por el presidente
de la Associació Catalana de Sociologia, Oriol Homs, sobre el estado de ánimo
de buena parte de la ciudadanía, perpleja ante el presente y el porvenir de
Catalunya. He dicho excitación y no debate serio. Este último solo puede
producirse si está precedido por una lectura sosegada de lo que contiene el
Anuario 2008 (un texto ágil, nada pesado, que se lee bien). Compilado y
dirigido con acierto por la profesora Teresa Montagut, reúne estudios
elaborados por prestigiosos expertos sobre diversos aspectos de la sociedad
catalana, basados en datos fehacientes.
La Associació Catalana de Sociologia, filial del Institut d'Estudis Catalans
(IEC) desde 1979, tiene unos fines científicos que incluyen servir al país
mediante el cultivo de una disciplina tan útil y necesaria como, con
frecuencia, incó- moda. Tomar el pulso a la sociedad catalana y manifestar los
resultados obtenidos de ello es una de sus tareas. El IEC, como tal, no se
identifica necesariamente con las manifestaciones expresadas en ningún estudio
específico generado por sus numerosas sociedades filiales, pero tampoco suele
tener motivos para discrepar de aquello que los profesionales y científicos que
reúnen concluyan en sus estudios. Al contrario: el Institut se enorgullece del
servicio que hacen al país. Si, por ejemplo, la Societat Catalana de Biologia
se pronuncia sobre el estado de la enfermedad del cáncer en Catalu- nya, la
academia como tal considera que no solo no tiene nada que decir, sino que hará
todo lo posible por dar a conocer los resultados. Eso es parte de su esfuerzo
por fomentar el conocimiento cívico de la ciencia.
No sorprende demasiado que, a causa de los acontecimientos más recientes, uno
detecte en bastantes sectores de la ciudadanía un grado notable de
desorientación y frustración. ¿O es que alguien esperaba que no fuera así? La
lista de hechos que apuntan a un resultado de este tipo no es pequeña. Los
estudios recuerdan unos cuantos. Hubo una fuerte abstención en las elecciones
municipales (Quim Brugué y Joan Subirats se preguntan si eso se debe solo a la
coyuntura política o tal vez a cierta desafección democrática). En lo referente
a la economía, Anna Laborda detecta dificultades para utilizar el talento
(capital humano) disponible en nuestra sociedad, al tiempo que Maria Caprile
constata notables carencias en la calidad del mercado de trabajo y del empleo
en Catalunya. Las agresiones que sigue sufriendo el medio natural son señaladas
cuidadosamente por Joaquim Sempere, mientras que un arquitecto, Jordi Bosch,
analiza el estado de la vivienda, que deja tanto que desear. La desigualdad
social --un tema transversal que recorre todos los estudios-- se pone de
manifiesto en los fenómenos de dualización escolar mostrados por Isaac González
y Ricard Benito. Para que no piensen que todo es desaliento, encontrarán la
postura de Francesc Vallverdú, sociolingüista y miembro del Institut, que se
afana en señalar la vitalidad que muestra el catalán.
Con un Estatut aprobado por la ciudadanía catalana y por las Cortes del Reino
que encuentra extraños obstáculos y dilaciones de aplicación, una sentencia del
Tribunal Constitucional promovida por el PP que plana como la espada de
Damocles sobre nuestras cabezas, unos servicios públicos deficitarios
dependientes del Gobierno central --la grotesca llegada del AVE a la estación
de Sants es el ejemplo más sensacional de ello, y el que más ha hecho sufrir a
miles y miles de trabajadores-- y una retahíla de chapuzas y errores, no se
podía pedir un estado de euforia a nuestra gente. La perplejidad es una actitud
más bien mansa.
Precisamente son los sociólogos quienes, desde los tiempos clásicos de su
disciplina, han indicado que la situación que conduce a la desafección popular,
y, finalmente, a dar la espalda a un Gobierno o Constitución en principio
legítimos, es lo que llaman frustración de expectativas crecientes. Muchos
estudios avalan constantemente este regla. Con la
llegada de la democracia y la instauración de la autonomía estatutaria dentro
de la Constitución española de 1978, los catalanes creyeron recuperado su
empuje, iniciativa y vitalidad nacionales, más allá de las garantías de libertad
que se les ofrecían.
Se instauró en el país una sensación de crecimiento continuo que generó,
naturalmente, unos anhelos o expectativas crecientes de progreso constante.
Volveríamos a tener nuestra pequeña y dulce nación, "rica i plena",
mediante el trabajo y la iniciativa de un país moderno, con una inveterada
capacidad de creación cultural en todos los campos. Creo que es un anhelo
legítimo y realista para un pueblo como el nuestro.
La sensación de que todo esto nos ha sido hurtado desde fuera, y no a causa de
nuestras limitaciones como sociedad y como pueblo --que, sin duda, las tenemos,
y bien patentes--, solo puede conducir al estado de desorientación que han
señalado un puñado de sociólogos catalanes, esforzándose por contribuir a un
conocimiento más profundo de nosotros mismos y de las posibilidades reales que
tenemos de conseguir aquello que legítimamente queremos. Ojalá la perplejidad
de hoy no se tenga que transformar en la ira de mañana.
*Presidente del Institut d'Estudis Catalans
Breve
comentario final:
CATALUÑA
OFUSCADA
(Luis
Bouza-Brey, 9-9-08, 9:00)
Sí, Cataluña está perpleja, porque todos sus esquemas políticos
perceptivos se desmoronan: porque los catalanes comienzan a descubrir que el
delirio nacionalista les ha encapsulado en una burbuja de leyendas y milongas mortíferas.
Un delirio que les desfigura la realidad de un mundo imposible de gobernar
mirándose el ombligo de la autocomplacencia, ensimismándose en mitos
primordiales, y atribuyendo a un enemigo exterior todos los males y frustraciones
derivados de la propia parálisis. Parálisis, ceguera y autoengaño producidos
por la ensoñación primordial y el delirium
tremens nacionalista, que han abducido durante largos años a la sociedad
catalana. Ceguera que fomenta la irresponsabilidad y corrupción de la secta
dirigente y la violación de los valores y mecanismos democráticos.
Irresponsabilidad y corrupción que detraen recursos, creatividad, talento y
trabajo de las prioridades e intereses generales, poniéndolos servilmente a
disposición de la autorreproducción de la casta dirigente.
Todo este tinglado opaco,
alucinante y adictivo ha esterilizado las energías creadoras de una sociedad abierta
como la catalana, que ya no puede vivir en el ensueño sin derrumbarse frente a
los apremios de una realidad global aceleradamente cambiante.
La perplejidad es producto de
esquemas perceptivos delirantes autóctonos, y no de un enemigo externo que nos “está
hurtando el progreso”. Esta atribución de las irresponsabilidades propias a
chivos expiatorios ajenos, es uno de los mecanismos característicos del delirio
nacionalista, que ha abducido a la casta dirigente de Cataluña, en todos los
ámbitos ---políticos, económicos, intelectuales, profesionales--- obstruyendo
la percepción de la realidad y la salida del laberinto que esteriliza al país.
La perplejidad constituye la
primera fase, a nivel popular, del choque perceptivo con la realidad derivado
de la ofuscación producida por la casta dirigente, que
no podrá eludir indefinidamente su responsabilidad, atribuyendo el fracaso al
enemigo exterior. La reducción de la complejidad de la realidad a mitos
primordiales produce efectos deletéreos sobre la sociedad que los sufre, que en
algún momento tendrá que rasgar el velo de mentiras compulsivas mediante una
convulsión que ponga las cosas en su sitio, si todavía desea sobrevivir frente
al suicidio inducido desde arriba.
La esquizofrenia paranoide, por
muchos que sean los privilegios individuales en que se apoye, conduce
irremisiblemente a una situación sin salida, cuya crisis final sólo se podrá
demorar temporalmente incrementando el costo autorreproductivo de la secta
dirigente a costa de las prioridades y necesidades de Cataluña.