VUELVE LA CAPUCHA

 

 Artículo de Juan Carlos Girauta en “Libertad Digital” del 20/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Lo catastrófico no es sólo que en Cataluña vuelvan a aparecer los encapuchados, las amenazas, los graves insultos, la toma violenta de las aulas. También lo es que algunos medios de comunicación no lo reflejen, o lo reflejen de un cierto modo. El terrorismo pasó por Cataluña disparando a profesores, matando industriales, ex alcaldes, ancianas. Y la prensa, al explicarlo asépticamente (que es la forma más séptica de explicar la violencia) miraba en realidad hacia otro lado para que el lector hiciera lo propio.

 

Pero ni siquiera mereció asepsia informativa la víctima que había osado alzar su voz contra la inversión de la diglosia que se estaba fraguando. Entonces ya no se miraba hacia otro lado, sino que se contextualizaban el secuestro y el disparo, se estudiaba a la víctima con lupa, se le pintaba como a un provocador, se invertía la culpa. Lean el prólogo de Lo que queda de España. En aquel feroz inicio de los ochenta, el segundo atentado contra nuestro editor lo cometieron un puñado de periodistas, algún escritor abotargado, una bandada anónima de cuervos cuya actitud tuvo la virtud de demostrar que jamás habían defendido la libertad sino simplemente otra forma de opresión. No en balde habían linchado años atrás a Solyenitsin tras su paso por el programa de Iñigo. La dignidad les da urticaria.

 

Ahora van los violentos a por Paco Caja, porque violencia es lo que hubo en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Violencia sobre las cosas y violencia sobre las personas, de momento en forma de insultos, amenazas y coacciones. Con capucha. Van a por él para aleccionar a todos los demás. Caja preside la entidad que se ha atrevido a acogerse a la tutela de los tribunales para denunciar que la Ley de Política Lingüística no se aplica en Cataluña. Y encima los tribunales le han dado la razón.

 

Para que regrese la normalidad, nadie debe criticar ciertas cosas y todos deben dar, cuando convenga, muestras de adhesión. Adhesión desde la derecha o desde la izquierda, pero adhesión. Para que regrese la normalidad, los descontentos han de seguir desfilando en silencio hacia otros pagos, como siempre, y absolutamente nadie puede obstaculizar la toma de las conciencias, que exige la puesta de universidad y escuela al servicio de la causa. Para que regrese la normalidad, no se hablará de lo ocurrido.

 

Los encapuchados conminaron a Caja a marcharse de Cataluña, le acusaron de ser enemigo de Cataluña y le reprocharon traer a la Universidad a "fascistas" como Aleix Vidal-Quadras, Fernando Savater y Gotzone Mora. Se impone el silencio o la extrema discreción de los medios para que la estrategia opere según lo esperado. Que Caja se largue. Que Convivencia Cívica Catalana entienda lo que hay. En último extremo, si hay que comentar el asunto, pondrá el periodista la noticia en su contexto, no vaya a preguntarse el lector: "¿Quién ha enviado a los encapuchados?"