RÉQUIEM POR EL ESPÍRITU DE MIRAVET
Artículo de JORDI JUAN en “La Vanguardia” del 04/03/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Las cosas que van mal siempre tienen la
posibilidad de que vayan a peor y a la actual legislatura catalana sólo le
faltaba acabar con sus principales dirigentes lidiando en los tribunales. El
Govern de Maragall ha dado muestras en su primer año de tener una gran capacidad
de adaptación ante las sucesivas crisis con las que se ha topado, pero cuesta
pensar que puede superar las semanas que vienen por delante.
La acusación de Maragall -corrupción-, la respuesta de Mas -si no la retira, no
habrá Estatut- y la posterior rectificación del president -vale, el Estatut lo
tapa todo- son tres errores concatenados que han llenado de fango la política
catalana y que pone plomo en las alas a ese futuro Estatut. La única manera de
recuperar la credibilidad perdida ante los ciudadanos y plantear seriamente la
reforma estatutaria sería convocar elecciones anticipadas en las que todos los
partidos se pudieran presentar de nuevo ante los ciudadanos, sin caretas, y se
pudiera empezar otra vez de nuevo, desde cero.
Pero, tranquilos, que eso no sucederá todavía. Antes, la política catalana se
enfangará todavía más en las próximas semanas en una comisión de investigación a
cara de perro donde oiremos hablar de todo menos del Carmel y donde aparecerán
los fantasmas que el PSC y CiU guardan en el desván -¿se acuerdan de Filesa? ¿de
Casinos?-. Van a ser días no aptos para corazones sensibles. "¿Queréis caña? La
vais a tener", se dirán unos a otros. Será el gran momento de ERC, ICV y del PP,
especialmente los primeros, que con su política de "manos limpias" no tienen
nada que perder y acabarán de llenar de sombras a la sociovergència que
ha gobernado este país en los últimos 25 años. Como bien recordó Puigcercós el
sábado, cuando Carod dijo en la noche electoral que se había acabado "que
determinadas empresas tengan que pagar determinadas comisiones a determinados
partidos por determinados servicios" no se refería únicamente a los
convergentes. A los socialistas les recordarán las desgracias del bueno de Josep
Maria Sala. Y ya se sabe que si se abre la caja de Pandora puede aparecer de
todo. Y en política, como se ha visto estos días, no hace falta tener pruebas
para acusar de corrupción.
A aquellos que defienden una comisión de investigación para que la verdad
aflore, sólo me queda decirles que los Reyes Magos no existen y que a los niños
no los trae una cigüeña de París. La verdad sólo aparece cuando algún ex
empleado apellidado Sentís oVan Schowen tira de la manta, no cuando sus señorías
trabajan en comisión. La vía de las elecciones anticipadas no ha de ser la
solución para esconder la corrupción sino para que los ciudadanos escojan de
quiénes se fían y de quiénes no.
En paralelo, otro viejo conocido de CiU vuelve como una antigua pesadilla para
los nacionalistas: el fiscal José María Mena, a punto de la jubilación, tiene la
segunda oportunidad después de Banca Catalana de empurar a altos cargos
de CiU. Hay que felicitar a Mena por la celeridad con la que ha actuado, porque
la acusación de Maragall no podía quedar en saco roto. El fiscal debería
interrogar al president y éste darle las pruebas suficientes para buscar a los
comisionistas del 3%si es que los hay. En demérito de Mena sólo hay que decir
que me habría gustado que hubiera actuado con la misma celeridad ante el
hundimiento del túnel del Carmel, pero uno no entiende de cuestiones judiciales.
Con este panorama, sería un delirio pensar que la ponencia del Estatut puede
seguir adelante como si tal cosa. Las reuniones continuarán porque nadie quiere
asumir el protagonismo de su fracaso y la comedia seguirá tejiéndose hasta que
la situación se haga insostenible. Mientras los actores catalanes protagonizan
este sainete, en Madrid se regocijan al ver la falta de consenso de los partidos
catalanes, la única arma necesaria para que el Estatut pueda tener una fuerza
real. Ya se dice en Madrid que es un Estatut vergonzoso que se hace como
resultado de un chantaje del PSC a CiU. Estupendo.
De momento, la cumbre de Miravet ya ha fracasado, porque en junio no hay tiempo
material para tener aprobado el texto. Como quería el Gobierno, el futuro
Estatut no se aprobará -si es que llega- hasta después de las elecciones
gallegas de noviembre.
Desde esta sección se ha censurado en repetidas ocasiones que en todo el proceso
de gestación del Estatut no ha habido una mente preclara que lo pilotase. La
sensación de que se va a salto de mata, improvisando y solamente pendiente de
quedar bien ante los medios de comunicación, se confirma plenamente, día tras
día. "Que nadie nos acuse a nosotros de no hacer el Estatut" es la máxima que
todos los partidos llevaban escrita en sus frontispicios. Así, la ponencia ha
ido aprobando textos que el Gobierno difícilmente puede asumir, pero el mensaje
de Zapatero es que se aprobaría, sin problemas, a la primera. El mérito es del
equipo del PSC. Montilla, Iceta y Zaragoza han controlado todo de una forma
digna de elogio, excepto una cosa: la incontinencia verbal de Maragall.
El estratega que tuvo la idea de relacionar el fiasco del Carmel con las
supuestas comisiones de obra pública que se quedaban antiguos dirigentes de CiU
ha logrado su objetivo de que los problemas del Carmel hayan quedado en un
discreto segundo plano frente a este escándalo. La imagen de CiU ha quedado
seriamente deteriorada, pero el pleno del Parlament no ha sido un triunfo para
el PSC, como ya se vio el sábado en la manifestación de los vecinos del barrrio.
La gente es mucho más sabia de lo que puede parecer a las elites políticas y los
vecinos se sienten ninguneados. La reflexión que toca hacerse es que un mes y
pico después del hundimiento aún se desconoce el origen de ese siniestro "que se
podía haber evitado". Del pleno sólo han surgido las dimisiones de dos
responsables de la obra que fueron presentadas por Nadal más como un homenaje a
los dos cesantes que como un castigo por el desastre. "Pagan justos por
pecadores", clamó Nadal. Pues bien, que paguen los pecadores. ¿Quiénes son?
¿Dónde están?
Para CiU, PP y ERC, Joaquim Nadal es el principal pecador, pero su reprobación
no se llevó a cabo porque Esquerra prefirió pactar con los socialistas la
creación de la comisión de investigación, pasar a controlar la oficina
antifraude y colocar al conseller en cap, Josep Bargalló, como portavoz de facto
del Govern. Puede ser discutible la estrategia de ERC, pero sin lugar a dudas es
la primera crisis seria que vive el Govern tripartito en la que ERC no sale
trasquilada. Parece que los chicos de la calle Villarroel van aprendiendo. Y el
PSC tiene que asumir una comisión que no quería y que el conseller Castells se
quede sin controlar la oficina antifraude. Ya se pueden imaginar lo que
intentará hacer ERC desde esta oficina.
Y que nadie se olvide de Iniciativa. La federación de Joan Saura ha empezado a
marcar su perfil propio dentro del Govern, después de un primer año de silencio
mediático, cerrando filas en torno al PSC. No sólo en el referéndum, donde el
conseller Saura se permitió discrepar por dos veces de Maragall en torno a la
participación ciudadana, sino también en el Carmel, Iniciativa cree llegado el
momento de que el electorado perciba que hay un camino a la izquierda del PSC.
En los próximos días, Iniciativa hará oír su voz discrepante en diversas
cuestiones, como, por ejemplo, el nombramiento de Narcís Serra al frente de
Caixa Catalunya. "No es un movimiento coyuntural, vamos en serio", afirman.
El Govern ha superado una nueva crisis pero a costa de un precio que se antoja
muy alto para que la legislatura continúe como si tal cosa. Seguramente peor
hubiera sido para el PSC la dimisión de Nadal -en mi opinión, el mejor conseller
socialista del Govern-, pero la forma en que se lo ha mantenido marcará toda su
gestión. El espíritu de Miravet ha muerto. Viva Tangentópolis.