CONTRA EL ESTATUTO MÁS SUCIO
Editorial de “Libertad Digital” del 01.08.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.
Hay que reconocerle a Zapatero cierta habilidad para hacer pasar por razonable y centrado lo más radical de entre sus iniciativas políticas, aun si descontamos que siempre resulta más agradecido hacerlo con la inmensa mayoría de los medios de comunicación ejerciendo de palmeros del poder. En el caso del Estatuto, unas mínimas rebajas de enero le permitieron publicitar como "limpio como una patena" un texto que, si bien ya no parecía un cerdo tras revolcarse en su pocilga, sí tenía el aspecto de un niño tras jugar al fútbol en un campo embarrado.
Era necesario, pues, que la única fuerza de oposición política en España denunciara ante el Tribunal Constitucional el ataque frontal a la Carta Magna que supone el proyecto personal de Zapatero. No sólo consagra una "nación" que no existe, reconociendo derechos y deberes distintos a los del resto de españoles. No sólo otorga a la comunidad autónoma catalana la capacidad de vetar leyes del Estado o de negociar su financiación de igual a igual con éste, colocando a una parte al mismo nivel del todo. No sólo segrega el poder judicial, aspirando a convertir al poder judicial en un nuevo siervo del nacionalismo.
El Estatuto catalán es, como se demostró en la violenta campaña para su magra aprobación, un proyecto destinado a la exclusión del disidente, del no nacionalista. Dibuja un régimen en el que se legisla sobre los aspectos más íntimos de la vida, como la elección del idioma o el uso del tiempo libre, para tener controlados a unos habitantes de Cataluña que pasan de ser ciudadanos a convertirse en súbditos. Es, pues, una Cataluña subsidiada, cada vez más ahogada por sus políticos, que empieza a olvidar lo que significaba ser una sociedad de emprendedores, la que más tiene que perder con la aprobación de su liberticida constitución propia.
Sin embargo, lo cierto es que se echa en falta algo más de convencimiento por parte del PP. El recurso ha sido presentado, no al día siguiente de la publicación en el BOE del Estatuto, sino el 31 de julio, con media España regresando o yéndose de vacaciones, por quienes no parecen las dos personas de más talla política y mediática dentro del partido. Mientras tanto, Piqué no deja de suspirar porque CiU, uno de los responsables del texto que se supone que el PP considera inconstitucional e inadmisible, le dé algún carguito tras las elecciones de noviembre. Es de desear, por el bien de España y principalmente de los catalanes, que el recurso prospere. Pero resulta difícil saber por qué tantas personas firmaron en aquella campaña por el referéndum cuando Rajoy ni siquiera considera este recurso de suficiente importancia como para ser él quien anuncie su presentación.
Si los magistrados del Tribunal Constitucional están por la labor de ejercer de juristas y no de empleados de los partidos políticos, será difícil que el texto de Zapatero se mantenga en pie tras el dictamen que habrán de hacer tras el recurso del PP. El escaso apoyo recibido en el referéndum, por debajo del 50%, impide que se les pueda presionar con la excusa de que es "la voluntad del pueblo catalán". La única esperanza de que en España sigan vigentes las leyes y la Constitución se encuentra en el más politizado de los tribunales. No es de extrañar que muchos consideren nuestro régimen con un muerto mal enterrado.