ALBERT BOADELLA: CIUDADANOS DE ESPAÑA
Artículo de Agapito Maestre en “Libertad Digital” del 3-3-06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
El nacionalismo, en cualquiera de sus versiones, tiene asustada a la democracia española. Quien se rebela contra él es un genuino ciudadano, quien se pliega a sus dictados es una piltrafa política. En Cataluña, por desgracia, el nacionalismo se lo ha llevado todo por delante; incluso el PP está doblegado por sus miserias y dictados. Contra este nacionalismo ha surgido "Ciudadanos de Cataluña". Sólo por eso, y sobre todo, por ver y escuchar a Albert Boadella, el ciudadano más coherente de España, tenemos que darle la bienvenida a este nuevo partido político. No sé si será un revulsivo de la política española, tampoco sé si cambiará los resultados electorales en Cataluña, pero nada de eso tiene importancia comparado con el imaginario democrático que ya ha creado contra la peor barbarie de nuestro tiempo: el nacionalismo.
Yo fui reticente a esta iniciativa pero, viendo el devenir del PP de Cataluña en el último año, incapaz de darle cobijo a millones de ciudadanos españoles al margen de la leprosería nacionalista, creo que es lo mejor que le podía pasar a Piqué y compañía. No creo que en estos momentos haya mejor crítica al PP que la lanzada por Boadella al decir: "Soy menos nacionalista que el PP de Cataluña." Con esta frase, sin duda alguna, el genial Boadella le ha dado a la gente del PP la mejor medicina que podían esperar en este momento.
De muchos modos puede escribirse con sentido laudatorio sobre este nuevo partido político. Por ejemplo, la frialdad y desprecio con la que ha sido recibido por los medios de comunicación de Cataluña es toda una señal de su importancia. Podemos fijarnos en sus mensajes, que son claros y distintos. He aquí algunos relevantes: sin España no hay ciudadanos catalanes. También los hay de corte más negativo como, por ejemplo, Cataluña se ha vuelto un territorio inhóspito para quienes no creemos en los derechos especiales e históricos. Y, por supuesto, abundan definiciones irónicas llenas de sentido común sobre políticos que han conducido a la barbarie a Cataluña.
En cualquier caso, es la situación, la terrible situación, por la que pasa Cataluña, que camina casi de forma "irreversible" hacia la secesión, lo que ha hecho a estos ciudadanos saltar al ámbito público para intentar detener este proceso criminal creado por el nacionalismo. Y es precisamente en una situación trágica cuando hay que poner en valor la aportación de todos y cada uno de los que ponen cara a este partido. Todos son muy respetables y valiosas sus aportaciones pero, hoy, me quedo con la coherencia de Boadella. La crítica al poder nacionalista que, desde comienzo de los años ochenta, viene ejerciendo Albert Boadella me parece un material imprescindible para construir un manual de teoría crítica de la democracia. Bastaría con un mínimo porcentaje de la trayectoria intelectual de Boadella, quizá recogiendo una parte de su "Ubú presidente", para llenar de ideología y programa al nuevo partido político.
Si es verdad que la civilización, como intuía Freud, genera su propia barbarie, entonces la lucha contra ésta tiene algo de desesperación. Boadella, que ha sabido traducir esa desesperación, esa esquizofrenia, en definitiva, esas limitaciones en el mayor incentivo de su arte, sabrá trasladar esa forma de hacer arte al nuevo proyecto político. En otras palabras, uno de los genios teatrales más grandes que ha dado España en el siglo XX, conseguirá transformar el ajado decorado del nacionalismo catalán en un espacio escénico funcional para todos los que de verdad se consideren demócratas.
Ayer, en fin, Albert Boadella hizo un discurso político sensato, riguroso y lleno de sentido común. Me gustó su diagnóstico sobre una Cataluña asfixiada por el nacionalismo. Me gustaron sus definiciones para entender a los políticos más indecentes de España. Si el estilo es el pensamiento, Boadella es el mejor pensamiento de "Ciudadanos de Cataluña". Toda una lección de sobriedad y elegancia para hacer su puesta de largo en la capital de España. Un tipo riguroso y culto dio ayer una lección de democracia en Madrid.