CIUTADANS DE CATALUNYA
Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC” del 03.03.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
LA suma de los españoles que no
suelen acudir a las urnas y la de los que lo hacemos, por la derecha y por la
izquierda, tapándonos la nariz, constituye, aunque carente de representación, la
más rotunda mayoría del escenario político nacional. No votar y/o votar en
blanco no es un síntoma de desdén democrático, sino de incredulidad en el
sistema. Votar escasos de entusiasmo -¿cómo hacerlo frente a una lista cerrada y
bloqueada?- es la resignación ante el mal menor lo que, dicho al paso y en
ejercicio autocrítico, no es una exhibición de gallardía cívica. De ahí que deba
celebrarse la aparición de un nuevo partido político que pueda contribuir a
romper el estéril equilibrio del bipartidismo con alteraciones periféricas en el
que hemos instalado la rutina de una democracia escasa y demasiado imperfecta.
Una democracia que se diluye en un mosaico de intereses parciales mientras
entierra a Montesquieu.
Este fin de semana, mientras el PP celebra una Convención en la que se
perpetuarán los males que le alejan de la alternancia práctica y al tiempo en
que el PSOE no cejará un minuto en sus muestras obscenas de propaganda sectaria,
en Cataluña se iniciará el proceso constituyente de un nuevo partido político
impulsado por un notable grupo de intelectuales que se propone «poner fin al
monopolio nacionalista del espacio público». «Catalunya, dicen, se ha vuelto
inhóspita para quienes no son nacionalistas» y quieren obrar en consecuencia
convirtiendo en opción electoral lo que hasta ahora ha sido plataforma cívica,
Ciutadans de Catalunya.
Los 800 afiliados de que ya dispone la formación son, en función de las dos
docenas a quienes conozco, gentes honorables que defienden la Constitución y que
aspiran a una España como escenario de paz y libertad. Hombres y mujeres que han
sido personas antes de aspirar a personalidades. Como ha dicho uno de ellos,
Albert Boadella, Cataluña camina irreversiblemente hacia la secesión y, podemos
añadir nosotros, también el País Vasco y, con menor intensidad y entusiasmo;
pero, desnudando al Estado de sus más imprescindibles ropajes, el mal centrífugo
se extiende a otras regiones españolas.
Buscan los derechos de las personas, más ciertos y respetables que los de los
territorios, y se disponen a defenderlos en el ámbito catalán, tan machacado por
el nacionalismo recalcitrante y el oportunismo de la izquierda radical, lo que
no deja de ser un buen principio y un ejemplo admirable. Cataluña, que siempre
fue esponjosa, atractiva, cosmopolita, culta y abierta, tiene que volver a serlo
y renunciar al momento inhóspito y áspero, pueblerino y secuestrado de la
realidad española por una minoría con sentido de la oportunidad que se aprovecha
de la confusa debilidad de la franquicia local del PSOE.