LA 'TREGUA' POR EL ESTATUTO LE HA DURADO UN AÑO A ZAPATERO

 

  Editorial de   “El Mundo” del 09.08.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Hoy hace justo un año que entró en vigor el Estatuto catalán, impulsado por los nacionalistas con la aquiescencia del PSOE, y los ciudadanos lo celebran estos días entre apagones, averías en los trenes, colapsos en las autopistas y demoras en los aeropuertos por la pérdida de equipajes. Los hechos han venido a demostrar que el voluntarismo de aquéllos que vaticinaban poco menos que el paraíso en cuanto se aprobara el nuevo Estatuto carecía de fundamento. Los problemas reales de los catalanes no tienen que ver con la definición de su comunidad como nación ni con tener mayor protagonismo en política exterior. Los ciudadanos aspiran a conquistas más sencillas pero más acuciantes, como poder desplazarse sin sobresaltos o que al darle al interruptor se encienda la luz.

Como el nacionalismo siempre tiene el recurso de poder descargar en el otro la responsabilidad de cualquier adversidad, ya hay voces que señalan que lo que sucede es que el Estatuto no ha llegado a desplegarse y que lo que funciona mal en Cataluña son servicios que dependen del Estado. Es una verdad a medias que, como dice la sabiduría popular, es la peor de las mentiras.

Después de tres décadas consecutivas de gobiernos nacionalistas en Cataluña, después de haber tenido una influencia directa en las políticas del Estado como no la ha tenido ninguna otra comunidad por haber disfrutado de la llave de la gobernabilidad del país, después de varias legislaturas condicionando los Presupuestos Generales, no es creíble el recurso de que la culpa de lo que ahora ocurre es de Madrid. Más aún por cuanto la prioridad de la Generalitat no ha sido históricamente la de mejorar los servicios, sino obtener instrumentos para ahormar a los ciudadanos. En su agenda, el problema identitario ha sido el más urgente, como de forma brillante explica hoy Arcadi Espada en su artículo La herida narcisista.

Por otra parte, y según los datos de Fomento, Cataluña es la autonomía donde más se ha invertido en 2007 y la que más atención merecerá también en 2008. Además, ha sido la mejor tratada en este capítulo también en el periodo 2002-2006, es decir, tanto cuando gobernaba el PP como cuando lo ha hecho el PSOE. Hay que apuntar, asimismo, que el problema de infraestructuras no es exclusivo de Cataluña. El rápido crecimiento poblacional está creando dificultades en las grandes áreas urbanas del país.

Pero lo que, volviendo al inicio, ha quedado claro, ahora que se cumple el primer aniversario del Estatuto, es que las expectativas creadas por los políticos no se han visto cumplidas. Los ciudadanos, que ya no compartieron el entusiasmo de sus representantes -en la consulta para ratificarlo participó menos de la mitad del censo-, tienen hoy pocos motivos para confiar en que su larguísimo articulado servirá para ofrecerles mejores condiciones de vida.

Ayer el PSC se quedó solo defendiendo el Estatuto, muestra evidente del error de Zapatero, que pensó que con él pondría fin a la permanente reivindicación nacionalista, al menos durante una temporada. Pero han bastado doce meses para que CiU y ERC reclamen un nuevo marco legal. Lo grave es que, como ha quedado de manifiesto, el presidente del Gobierno sacrificó los principios de solidaridad y cohesión entre comunidades por una tregua de un año.