JOSÉ MONTILLA EN CAMPAÑA

 

 Artículo de Miquel Porta Perales en “ABC” del 14.07.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

En el ABC del pasado sábado, José Montilla me deparó una agradable sorpresa. Seguro que ustedes recuerdan la información con la que ABC abría las páginas de Cataluña: «Montilla promete que no se llenará «la boca con la palabra nación» si preside la Generalitat». Después de leer el titular un par de veces, después de comprobar que no se trataba de vaya usted a saber qué clase de ilusión óptica o ideológica, me sumergí en la noticia. Pues sí, el candidato socialista José Montilla dijo eso. Y lo dijo ante un centenar de dirigentes de las agrupaciones del PSC de Barcelona. Y dijo más cosas. Por ejemplo: que si gana las elecciones su gobierno no perdería ni un minuto en debates identitarios; que no miraría el origen y que, en cualquier caso, el origen diverso es una de las características de Cataluña; que Cataluña forma parte de la España plural; que la nación es la casa, la escuela, el barrio, la empresa; que se proponía impulsar un proyecto compartido de progreso y de futuro; y que lo suyo era gobernar y no hacer castillos en el aire.

La propuesta que el futuro candidato socialista José Montilla transmitió a los dirigentes territoriales del partido me parece digna de elogio. Y hay que reconocer el mérito de un aspirante a presidente de la Generalitat que, por primera vez en la historia, asegura que no se llenará «la boca con la palabra nación» y «no hará castillos en el aire». Lo digo sin ninguna clase de ironía: felicidades Montilla. Por partida doble: en primer lugar, por intentar romper la tradición de un partido socialista encallado en la teoría y la práctica nacionalistas; en segundo lugar, por dedicar la atención a la política de las cosas en detrimento de la política de la identidad. Y seguro que muchos socialistas -militantes, simpatizantes o electores-, hartos de la deriva nacionalista del socialismo catalán, se sentirán aliviados al conocer la propuesta del futuro candidato socialista a la presidencia de la Generalitat. Incluso es posible que muchos ciudadanos no socialistas también se sientan aliviados -con independencia de cuál sea su voto- ante la propuesta de José Montilla. Unos y otros probablemente cuenten con José Montilla para quebrar el Régimen nacionalista instalado desde hace décadas en Cataluña.

Si quiere cumplir su palabra, José Montilla no lo tiene fácil. Cito lo que, para empezar, debería hacer el candidato socialista una vez alcanzada la presidencia de la Generalitat. Si no quiere perder el tiempo en cuestiones identitarias, debería derogar la legislación lingüística que privilegia el catalán y discrimina el castellano, debería impulsar la enseñanza en la lengua materna -catalán o castellano- que libremente escojan los padres, debería suprimir esa ventanilla para la delación que es la Oficina de Garantías Lingüísticas, debería aceptar que el castellano también fuera la lengua habitual de comunicación en los medios públicos de Cataluña, debería subvencionar por igual -lo más adecuado sería no subvencionar nada ni a nadie- aquellos productos culturales hechos en Cataluña en catalán o castellano, debería hacer oídos sordos a las reivindicaciones nacionalistas que sólo quieren marcar distancias con lo español, debería olvidarse de los derechos históricos como fuente de legitimidad democrática. ¿Por qué no llevar el nuevo Estatuto al Tribunal Constitucional? Y si quiere impulsar una política compartida de futuro, podría empezar, por ejemplo, con el cuarto cinturón, la línea de muy alta tensión, los túneles de Bracons y Horta, la liberalización horaria y de apertura de nuevas superficies comerciales. Por cierto, ¿con qué fuerzas políticas piensa desarrollar su propuesta? Si reedita el tripartito, o se alía con CiU, la propuesta no prosperará. Lo que insinúo es que, en el mejor de los casos, la propuesta de José Montilla se la llevará el viento. Y, en el peor, quizá todo obedezca a un electoralismo de libro que pretende conservar los votos del cinturón industrial de Barcelona obtenidos en las generales de 2004.