POR DO QUIERA QUE VAYA

 

 Artículo de Miquel Porta Perales  en “ABC” del 01.07.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

  

La memoria histórica me persigue por do quiera que vaya. Si conecto el televisor o el aparato de radio, si miro de reojo los coleccionables que venden en el quiosco, si circuló por la sección de historia de las librerías, si escucho a políticos e intelectuales, si hago eso, percibo un dedo inquisidor que me dice: «recupera la memoria histórica». Y si leo el decreto 2/2004 de 7 de enero, que estructura el Departamento de Relaciones Institucionales y Participación de la Generalitat, constato que existe un Programa para la creación del Memorial Democrático con la finalidad de «proponer las actuaciones para la consecución de las finalidades de recuperar y reivindicar la memoria histórica de la lucha por la democracia y difundir su conocimiento». Y ahí no acaba la cosa, porque el consejero del ramo, Joan Saura, en la presentación de dicho Memorial en el Parlament, anunció la «elaboración de un inventario de los nombres de calles, lugares y monumentos que evoquen y exalten los valores antidemocráticos y violentos para que los municipios actúen en consecuencia». Finalmente, el consejero, para justificar su proyecto, remachó la faena con una intervención en donde señaló que «el dilema no es olvidar o recordar, sino garantizar el derecho a conocer; el conocimiento histórico es un derecho civil, que el Gobierno debe garantizar». En fin, la consejería de marras -¿quién aseguraba que carecía de función más allá de limar asperezas entre los miembros del tripartito?- se propone buscar la verdad de nuestra historia reciente y limpiar el nomenclátor suprimiendo los nombres que encarnen valores antidemocráticos y comportamientos violentos.

Si alguien me lo pidiera, desaconsejaría la recuperación de la memoria histórica y la constitución del Memorial Democrática. Y no porque reivindique la inopia histórica, o desee un nomenclátor incrustado de personajes de dudosa trayectoria democrática, sino porque no quiero que se oculte la verdad y se fomente la división social por culpa de unos hechos superados. Hablando de la recuperación de la historia, se me ocurren las siguientes preguntas: ¿acaso nos contarán que lo de Lluís Companys el 6 de octubre de 1934 fue un intento de golpe de Estado en toda regla? ¿Quizá se dirá que en la Cataluña de las semanas y meses posteriores al golpe de Estado del general Franco triunfó el terror? ¿Se reconocerá que en la Cataluña republicana se impuso la delación, la prisión, la tortura y la muerte? ¿Se recordarán -hablo únicamente de Barcelona- las «ejecuciones» del Campo de la Bota, la Arrabassada o Montjuïc que sufrieron determinadas ciudadanos por el mero hecho de ser católicos o conservadores? ¿Alguien confesará que en la Puerta del Ángel y en las calles San Elías y Vallmajor había checas en las que se torturaba y asesinaba? Me temo que la memoria del Memorial Democrático será selectiva y unidireccional. Así las cosas, ¿cuál es el sentido del invento? Respondo: demonizar -continuar demonizando, para ser más exactos- a una derecha a la que, por decreto y sin derecho a réplica, se tilda de franquista. Y ya es curioso que los herederos del comunismo se atrevan a dar lecciones de democracia.

Si nos detenemos en el nomenclátor barcelonés, ¿se suprimirá la calle dedicada a aquel racista que fue Sabino Arana, fundador de un PNV al que en Cataluña se le ríen todas las gracias? ¿Se hará lo propio con un Valentí Almirall y un Pompeu Gener que creían en la superioridad de los catalanes? ¿Desaparecerá el nombre de la calle asignada a Joan Comorera, secretario general de un PSUC del cual provienen algunos de nuestros gobernantes? Nuestros dirigentes, algunos de los cuales ve con simpatía las tesis marxistas, ¿borrarán del nomenclátor la plaza Karl Marx, persona no muy amante de la democracia? ¿Cuál será el nombre con el que se bautizará el paseo y estadio dedicados a un Lluís Companys que intentó un golpe de Estado contra un gobierno democrático legítimamente constituido? Sí, la memoria me persigue por do quiera que vaya.