EL CANDIDATO SIGUE DESNUDO

 

 Artículo de Victoria Prego en “El Mundo” del 30.10.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Son iguales que los que hace 30 años reclamaban libertad para votar y vivir sin ser presionados, perseguidos y castigados.Son iguales que los de entonces, aunque no sean los mismos. Pero entre los militantes y simpatizantes de este recién nacido partido político, de apenas cuatro meses de vida, es imposible no identificar inmediatamente la rebeldía radical ante el régimen que millones de españoles exhibieron con determinación en los últimos años del franquismo. Muchos de éstos son antiguos votantes de aquel primer Partido Socialista que, aquí como en el resto de España, encarnó la ilusión por ese cambio en el que tantos millones creyeron con firmeza.

 

Son gentes ilustradas, de clase media, individuos de criterio independiente, poco dogmáticos, nulamente gregarios y, ahora, después de tantos años de paciencia y de silencio, entusiasmados ante la sola idea de que en Cataluña se pueda oír por fin «la voz de la realidad». Hay muchos jóvenes, cada vez más, aunque aún predominen los que tienen entre los 40 y los 60 años. Se han unido y están dispuestos a no abandonar. Creen firmemente que otro mundo político es posible, porque es posible otro tipo de partido en Cataluña.

Nadie aquí les ha hecho el menor caso, y eso a pesar de que esta campaña quedó marcada a fuego el día en que el candidato de Ciutadans, Albert Rivera, apareció desnudo en los carteles de la calle con un único y potentísimo mensaje: «No nos importa la lengua que hables. No nos importa la ropa que vistas. Nos importas tú».

La foto del candidato desnudo apareció en todos los periódicos nacionales y en la más influyente prensa internacional. Pero aquí nadie se interesó por él ni por sus propuestas. Los medios públicos catalanes han procurado asfixiar a Ciudadanos a base de un silencio cerrado, tenaz, empeñado en borrar su existencia.De modo que desnudo llegó y desnudo sigue el candidato a estas alturas de la campaña. Desnudo de atención mediática, desnudo de análisis periodísticos, de eco público. Y eso es algo que los militantes del partido denunciaban ayer, en un acto en Barcelona entre gritos que pedían libertad. «Aquí estamos», dijo alguien ayer, «libres, sin hipotecas, despojados de todo, pero con la fuerza de la razón y de la valentía moral».

Están seguros de que van a entrar en el Parlamento catalán. Y prometen que, a partir de ese día, batallarán para lograr que «desaparezca el complejo de culpa por el acoso del nacionalismo; el complejo de inferioridad; el miedo a decir lo que pensamos y sentimos; el chantaje moral: el uso de la bandera catalana para tapar la corrupción; el gasto del dinero público para promocionar la identidad catalana junto con el rencor a España; y el monolingüismo impuesto en la toponimia y en las instituciones».

Estamos ante un movimiento de rebeldía que denuncia la imposición no violenta, pero sí implacable, de una política «feudal y retrógrada de una casta nacionalista que trata como súbditos» a los ciudadanos.Es un movimiento incipiente pero de gran importancia, porque recoge una ira democrática y pacífica. Son, como ellos mismos se definen, gente de la calle que ha decidido pasar a la acción.Si esa acción entra realmente en el Parlamento dentro de dos días, ya no habrá más desnudos que los de quienes no sean capaces de enfrentar sus argumentos a los argumentos de esta Cataluña real que ha empezado a levantar la voz.