EL CIRCO CATALÁN
Artículo de Pablo Sebastián en “El Confidencial Com” del 21.04.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Maragall ha hecho su crisis del Gobierno para vengarse de Zapatero y Montilla, que no querían nuevo Ejecutivo antes de la aprobación del Estatuto, y Carod ha metido en el gabinete al “chantajista político” Xavier Vendrell —el mismo que cobraba un impuesto a los cargos públicos de la Generalitat colocados por ERC— para vengarse de los pactos del PSC con CiU y crearle a Maragall un nuevo problema por este nombramiento, ni más ni menos que en la Consejería de Gobernación, y ha provocado un nuevo revuelo político por las denuncias de CiU y del PP catalán sobre un personaje que está bajo investigación judicial como responsable de unas prácticas de corte mafioso e indignas de un partido que se dice de izquierda.
Una vez más, Maragall y Carod dan la nota juntos y por separado, porque entre ambos persiste el conflicto sobre el Estatuto catalán que los de ERC consideran insuficiente y que está pendiente de pasar el trámite del Senado y de un posterior referéndum catalán, previsto para el día 18 de junio. Carod tampoco quería la crisis, pero él y su partido están presos de su propia bronca estatutaria y han tenido que acceder al relevo de dos de sus consejeros destituidos por Maragall, aunque a cambio han impuesto con intención a Vendrell, dando una vez más ejemplo de que ERC sigue siendo un partido político que no está en condiciones de participar con normalidad en las instituciones democráticas.
El resultado de esta sonora crisis, que revela —como le ocurrió a Zapatero con Bono— un cambio forzado y por tanto fruto de problemas internos, deja un panorama político en Cataluña un tanto crispado y desolador por este espectáculo circense inagotable de su clase política que va a los saltos de trampolín sin red —en los que ya se han estrellado algunas de sus notables estrellas, como el propio Carod cuando hubo de dejar el cargo de primer consejero de la Generalitat por entrevistarse con ETA en Perpiñán—, al número de los payasos de las bofetadas en el que, además de los garrotazos mutuos que se dan en Cataluña, también se escuchan los sonoros varapalos que reciben tan simpáticos —o grotescos— artistas de la política por parte de sus socios del Gobierno nacional, como ha ocurrido con Zapatero, Montilla y el ex ministro Bono, que no perdía cualquier motivo y oportunidad para zurrar a Maragall. Y menos mal que en Cataluña se han prohibido los números de fieras en los circos, porque de lo contrario todos ellos acabarían devorándose ante los ojos atónitos de su público, que no sabe si reír o llorar.
El resultado de este espectáculo, que además se ha proyectado de manera infame sobre el conjunto de la política española causando daños que pueden ser irreparables, es más o menos el siguiente: Zapatero está indignado con Maragall y se niega a decir que será el próximo candidato del PSC-PSOE a la Generalitat cuando acabe la legislatura; Montilla y su trouppe también están a tiros con Maragall y se han tenido que tragar el cese de tres consejeros, entre ellos Rañé, el hombre de confianza y “espía” de Montilla en la Generalitat; Carod está a su vez en guerra con Zapatero y Montilla por el pacto hallado con CiU sobre el Estatuto y mantiene a regañadientes un pacto con Maragall para no ser expulsados del Gobierno por su oposición al Estatuto; Mas no deja de meter el dedo en el ojo a Maragall diciendo que es el autor del Estatuto y presumiendo de que tiene un pacto con Zapatero para presidir en la Generalitat, mientras su compañero de coalición Durán sigue empeñado en un Gobierno catalán de CiU y PSC y no pierde su ambición de ser ministro de Exteriores con Zapatero. Por si algo faltara, Piqué continúa proponiendo una campaña de bajo perfil contra el Estatuto catalán, lo que provoca el enfado de muchos de sus compañeros del PP.
Pasen y vean, pues, el circo catalán y los efectos demoledores que este espectáculo tan lamentable ha producido y está produciendo en el ruedo ibérico nacional. A sabiendas, como todo el mundo teme, que en el País Vasco se están levantando las carpas de otro gran circo nacionalista que, a la vista de lo que anuncian los carteles, seguramente no nos va a defraudar.