LECCIONES DEL 1-N: ZAPATERO SÓLO GANA ELECCIONES CON BOMBAS Y AL PP LE CRECE EL ENANO ESPAÑOLISTA
Artículo de Federico Quevedo en “El Confidencial Com” del 03.11.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
No vean esto como un elemento más de la teoría conspiranoica... No, es una simple constatación de la realidad: José Luis Rodríguez Zapatero solo ha ganado unas elecciones desde que es secretario general del PSOE, las del 14-M, y gracias a un atentado cuya autoría sigue siendo a día de hoy un misterio, que si no ni esas. Ni antes, ni después, porque las elecciones europeas de junio de ese año las empató con el PP –22 escaños cada partido-, las gallegas no las ganó, aunque consiguiera el poder, y estas últimas en la que él mismo se presentaba por persona interpuesta, es decir, José Montilla, las ha perdido con todas las de la ley. Y me da igual que luego gobierne o no el PSC. El resultado es contundente: cinco escaños menos, y eso en una región supuestamente favorable a sus intereses. Pero, ¿qué quieren? La estrella de Rodríguez empieza a apagarse y las elecciones catalanas son la evidencia de que, en lugar de avanzar, lo que está haciendo el PSOE gracias a Rodríguez es retroceder, y la caída ha comenzado, precisamente allí donde el Caudillo Rodríguez Zapatero puso en marcha su proyecto político secesionista y excluyente: Cataluña.
Motivos para que esto ocurra, sobran. La lista sería interminable y no tengo espacio para tanto, pero basta decir que la ciudadanía es más lista de lo que algunos políticos se creen, y que tanta demagogia, tanto populismo, tanta sonrisa y talante no valen de nada si los ciudadanos no reciben a cambio una gestión eficaz y una política seria y responsable. Rodríguez ha despertado todos nuestros fantasmas, nos ha dividido, ha cedido al chantaje de ETA, defiende una idea de España que nada tiene que ver con la Constitución, es intolerante con la oposición y excluyente con los que no piensan como él, ha favorecido a unas regiones frente a otras, es oportunista, cínico, populista e irresponsable en política exterior, nos ha mentido y engañado, es intervencionista, ha manipulado la verdad y las conciencias... En fin, una joya. Como para encima hacerle caso y votar a quien había designado para que le suplantara en los comicios catalanes. Los ciudadanos de Cataluña han dicho no, y tres años después han inflingido un fuerte castigo al partido de Rodríguez y a su proyecto. Ya veremos si su apuesta personal en Madrid, es decir, Miguel Sebastián, obtiene el mismo resultado o peor.
Si el nacionalismo, durante veintitrés años, había convertido Cataluña, de la mano de Jordi Pujol, en un feudo particular de las siglas CiU, una especie de ‘coto privado’ electoral en el que nada ni nadie podía entrar a buscar votos sin permiso del nacionalismo gobernante, los tres años de legislatura del tripartito han sido la culminación del sectarismo llevado a extremos delictivos. Nunca en la corta historia democrática reciente de nuestro país se había producido tal grado de asfixia de las libertades fundamentales de la mano de un Gobierno supuestamente democrático pero que, realmente, respondía a una ambición totalitaria sin precedentes y que quedó perfectamente dibujada en el nuevo Estatuto. Por eso no sorprende que ERC haya manifestado su preocupación por la entrada de Ciutadans en el Parlament... es propio de partidos no democráticos.
Esta ha sido una legislatura de exclusión, de intento de exterminio de una parte de la sociedad, la que no comulgaba con el ideario nacional-socialista del tripartito. Y la sociedad catalana ha dicho que estaba harta, y lo ha dicho en forma de abstención, de caída del PSC, de mantenimiento del voto del PP, de congelación de las expectativas de Artur Mas (quien se prometía 56 escaños) y de llegada de Ciutadans.
Y es que Mas, siendo el ganador de las elecciones y habiendo sacado once escaños de ventaja a Montilla, tampoco puede hablar de una victoria contundente. No ha conseguido su objetivo, que no era otro que evitar, por imposibilidad aritmética, la reedición del tripartito, porque de esa manera tenía al PSC y a Zapatero en sus manos. Pero la suma de PSC, ERC e ICV ofrece 70 escaños, suficientes para amargarle a Mas la negociación de la sociovergencia. En cualquier caso, sea un pacto CiU-PSC o una reedición del tripartito lo que gobierne en Cataluña, lo cierto es que la sociedad catalana ha demostrado un hastío sin precedentes hacia su clase política, y la culpa de que esto sea así la tiene, en su mayor parte, quien ha hecho de esta legislatura un proyecto antidemocrático: Zapatero.
A partir del Pacto del Tinell y la posterior llegada al poder de Rodríguez se inició una campaña salvaje de acoso al PP y a todo aquello que significara discrepancia con la verdad oficial y el pensamiento único nacional-socialista. El Caudillo Zapatero ha gobernado –gobierna- a golpe de exclusión, pero eso y el errar de continuo tienen costes a la larga, como se ha demostrado en estas elecciones catalanas. Desde la noche del 1-N, y a pesar de que el PP no ha cosechado un resultado significativo en Cataluña, Mariano Rajoy tiene, sin embargo, un poco más cerca la victoria en las elecciones generales si se mantiene la tendencia que marca Cataluña, que no es otra que la del retroceso de los socialistas. La era Zetapé parece tocar a su fin y la llegada al Gobierno de un tipo serio y con principios como Rajoy se aventura más próxima.
Con todo, el PP debe mirar también dentro de su propia casa. La presencia de Ciutadans en la vida política catalana tiene una doble lectura para el PP. Primero, porque siendo cierto que los chicos de Boadella han pescado en aguas de la izquierda, no lo es menos que esos votos descontentos con la deriva nacionalista del PSC deberían haber engordado la cesta de Piqué, y no lo han hecho. Y segundo, porque esta formación, siendo una incógnita en la mayoría de sus propuestas políticas, va a abanderar un discurso españolista y antinacionalista en el Parlament que si el PP quiere contrarrestar tendrá que mostrar una posición mucho más firme y decidida en la defensa de la Constitución y el modelo de Estado que la mantenida hasta ahora por Piqué, y hacer menos guiños al nacionalismo y sí más a la defensa de la unidad nacional y la democracia liberal.
La pregunta es si Piqué va a ser capaz de liderar ese nuevo escenario, y solo él sabe si puede contestarla, pero no deja de ser sintomático el hecho de que, a pesar de la campaña en su contra en entornos mediáticos presuntamente favorables al PP, haya obtenido un resultado igual o similar al de las últimas elecciones autonómicas, lo que significa que sus votantes le han dado otra oportunidad. Ciutadans ha llegado al Parlament con aire fresco, un mensaje renovado, un discurso a favor de la libertad y la defensa de los intereses nacionales. Bien, pero también es un discurso radicalmente de izquierdas y contrario a muchos de los valores entroncados en el humanismo y el liberalismo que defiende el PP. Por eso no sería lógico que le robaran el discurso, y los votos, al centro-derecha liberal que representan Rajoy y Piqué, pero eso puede ocurrir si se encharcan en un discurso complaciente con el nacionalismo catalán y no se sacuden de una vez por todas los complejos.