MARAGALL SACA PECHO CON SU ESTATUT: YA SE VE UN ESTADO
Ayer entró en vigor en Cataluña el texto que quiebra el equilibrio territorial
Editorial de “La Razón” del 10.08.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con una apostilla a pie de título:
¿YA EMPEZAMOS CON AMBIGUEDADES? (L. B.-B., 10-8-06, 18:30)
El último párrafo de este editorial me huele muy mal: ¿qué significa?, ¿que habrá que esperar dos o tres años dando por consumado "el gol que les hemos colado" (Pujol dixit), a la espera de una sentencia del Tribunal Constitucional ambigüa y que permita el cambio de régimen fraudulento en España?
Ahora vienen los Montilla y los Durán con mandangas para que entre con vaselina este fraude. El caos que va a crear todo este proceso, obra de genios políticos como Maragall, Montilla, Carod, De Madre, Mas o Zapatero va a ser histórico. Si se responde a él con tibieza, las cosas irán a peor. El engendro del Estatuto va a tener consecuencias profundas y todas ellas negativas. No comencemos a narcotizar a la opinión pública con ambigüedades. Pujol se dará cuenta con el tiempo de que el gol se lo ha marcado en la propia portería.
Desde ayer Cataluña cuenta con un nuevo Estatut de autonomía. No es el momento de volver a incidir en todos aquellos aspectos que han dado carta de naturaleza a un documento que delimita las competencias del Estado, crea agravios comparativos y establece derechos distintos entre los catalanes y el resto de los españoles.
Tendrá que ser el Tribunal Constitucional quien se pronuncie sobre el recurso presentado por el Partido Popular y los anunciados por otras comunidades autónomas, aunque, como en estos días se ha señalado con insistencia, cuando esto ocurra el texto llevará varios años en vigor y será difícilmente reversible. Sin embargo, entre las palabras de ayer de Maragall afirmando que Cataluña ya puede hacer lo que quiera, y las del secretario general de CiU, Duran Lleida, introduciendo el sosiego y la reflexión al histórico paso dado, debemos quedarnos con éstas últimas.
El todavía presidente de la Generalitat no tuvo empacho en afi rmar que Cataluña es de todos los territorios de Europa que no son Estados, el que
más se parece a un estado, dejando la puerta abierta a un modelo de España confederal. Durán Lleida, con un sentido de Estado bien diferente,
adelantó que las fuerzas políticas catalanas no deben abrir un nuevo debate ni en cuatro ni en ocho años, y precisó, de forma consecuente, que
las heridas abiertas y el daño político producido para sacar adelante el Estatut aprobado por el Parlamento y refrendado democráticamente,
aconsejan no lanzarse cada dos por tres a nuevas aventuras. Ejemplo de responsabilidad política a la que no nos tienen acostumbrados el PSC y
sus socios. Cataluña ha conocido un cuarto de siglo de prosperidad con los gobiernos de CiU, y el nuevo Estatut es la herramienta que los
convergentes precisaban, sin necesidad de apostar por un modelo confederal, para relanzar la estancada economía catalana. La decisión queda ahora en manos del pueblo catalán, que tiene su cita con las urnas el próximo noviembre.