EL ESTATUTO DE ZAPATERO

 

 Artículo de JORGE TRIAS SAGNIER   en “ABC” del 10.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

JORGE Fernández Díaz, diputado por Barcelona, acertó de lleno al invertir los términos de la cuestión. Este no es el Estatuto de Maragall, de Mas o de Carod, sino el de Zapatero. Y es Zapatero, pues, quien debe desandar los pasos tan mal caminados para propiciar una solución al problema que hoy tiene planteado España. Corta vida va a tener, en todo caso, esta farragosa y vergonzante declaración de independencia proclamada por una buena parte de la clase dirigente catalana: políticos, intelectuales, obispos y empresarios, todos intentando inventarse una nación por la puerta de atrás. ¿De qué virus estarán infectados esos catalanes que nunca se atreven a plantear las cuestiones de frente y por derecho? ¿No será que en el fondo -y en la forma- lo que quieren es repicar e ir en la procesión?

El Estatuto de Cataluña tiene los días contados. Felipe González ha dicho ya lo que tenía que decir. Y ayer, en la misma línea, el editorial del diario gubernamental «El País» apuntilló «el sueño de una Constitución» catalana. Aznar, a quien tanto critican -y temen- desde el gobierno y desde sus medios de comunicación afines -casi todos-, ya advirtió, hace unas semanas, del peligro que podía suponer un cambio de régimen. Zapatero ahora tiene que dar la talla, demostrarnos que no es un chisgarabís, arriesgar en suma, como arriesgó Felipe González cuando dijo «sí» a la OTAN. Es el momento de decir «no» a una clase dirigente catalana que parece desnortada por más buena voluntad que le pongan los Pujol (Jordi y Jaume).

El oasis catalán resulta que era un lodazal. Hasta sus obispos se han colocado al mismo nivel que los empresarios, tratando de nadar y guardar la ropa, como los tibios del Evangelio. De alguno de ellos no podíamos esperar otra cosa, pues en el fondo de sus corazones ya conocemos que prima más la nación -catalana, por supuesto- que la devoción. Pero, de otros... ¿Han leído estos otros lo que dice, artículo por artículo, este Estatuto? ¿Creen que así se potencia la solidaridad entre los pueblos, la familia, el respeto a la vida o el derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos? ¿Piensan sinceramente que los políticos catalanes persiguen con este Estatuto el Bien y la Verdad? Otros obispos demostraron valor y claridad cuando publicaron la Instrucción pastoral sobre terrorismo, pero de eso parece que nos hemos olvidado. Coincido con quienes recomiendan que Mariano Rajoy no termine convirtiéndose en mister no. Tiene que decir «¡no!» y, al mismo tiempo, como ya está haciendo con pericia y prudencia, tiene, también, que tender la mano al Gobierno. Pero Zapatero sí tendría que asumir de una vez su papel de presidente y dejar de parecerse tanto a mister Bean. En cualquier caso, está el Rey, cuya presencia inequívoca constituye el símbolo de la unidad de la Nación española.