UN «PROGRE» CATALÁN
Artículo de Jorge Trias Sagnier en “ABC” del 03.04.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
NO había leído un retrato más
completo, más demoledor, más real y más valiente sobre lo que es un «progre»
catalán como el que ha escrito Luisa Castro, con el que ha ganado el premio
Biblioteca Breve de novela 2006 que otorga la editorial Seix Barral. No tiene
desperdicio y, además, tiene el morbo añadido de que el personaje central del
relato, «Gaspar Ferré», tiene nombre y apellidos y se trata de uno de esos
«progresistas» catalanes que rodean a Maragall y que se han inventado ese
esperpento que es el Estatuto de Cataluña.
Jugador de ventaja, corrupto, mezquino, egoísta, falso y racista en sus
entrañas, «Ferré», el personaje novelado, cuando se divorcia de su mujer -Julia,
la gallega de pueblo treinta años más joven que él- solicita que la juez declare
que no pueda moverse del estricto marco de la comunidad autónoma gallega. ¡Toma
progresista! «Esas eran las aspiraciones de Gaspar, de aquel demócrata de
izquierdas, de aquel antifranquista, de aquel culto señor». Y, por si fuera
escasa la descripción, añade: «El señor fino de Barcelona, el referente cultural
del país catalán, la emprendió a empujones con aquella escritorzuela, aquella
jovenzuela desvergonzada,... aquella verdulera que se había atrevido a
demandarlo, que desterraba a su hija de la Gran Cataluña y la ponía a vivir en
un pisito alquilado de una comunidad autónoma subdesarrollada».
Luisa Castro, la novelista, fue «la segunda mujer», como el título de la novela,
de Xavier Rubert de Ventós, un ex filósofo dedicado a la política y que es el
muñidor espiritual de los mayores disparates que han informado el Estatuto de
Cataluña. Esa idea romántica de «paisaje» de Verdaguer y Maragall (poeta),
transformada ahora en axioma político justificativo de la identidad catalana,
parece que fue una de sus «genialidades»; y la otra, eso de trasponer el
concepto de «país» de Pla -el Ampurdán para el escritor- a la concepción
nacional de Cataluña. El matrimonio Rubert-Castro, por lo que parece, acabó como
el rosario de la aurora, y ahí está la novela, imprescindible para entender qué
es lo que hay detrás del «país» que nos ofrecen estos «progres» que bailan
alocados en torno a Maragall.
Se trata, pues, de un ajuste de cuentas, escrito con pasión y dolor y, dicho sea
de paso, con escasa autocrítica. Claro que, ¿por qué ser autocrítica ante tanto
desprecio y maltrato? No he podido evitar poner cara a todos y cada uno de los
personajes que van desfilando por sus páginas, ni comparar esta historia
patética con esa otra, también de amor, pero ahora con actores reales, que
poetiza Pere Gimferrer en «Interludio Azul» y «Amor en vilo» y que el gran
escritor dedica al amor de su vida. Frente al «progre Ferré», al menos tenemos
los catalanes la ciclópea y dignísima figura del «antiprogre» Gimferrer.