MISIÓN IMPOSIBLE
Artículo de Aleix VIDAL-QUADRAS en “La Razón” del 17/11/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
La cumbre de Miravet, que ha reunido a los presidentes de los cinco grupos
parlamentarios presentes en el Parlamento de Cataluña y al titular de la
Generalitat, fue convocada por Pasqual Maragall con el fin de transmitir a la
opinión pública la idea de que la reforma del Estatuto es factible y que se hará
por un acuerdo de todos. Siguiendo la vieja técnica de que comportarse como si
algo fuese verdad lo transforma automáticamente en real, el comunicado y la foto
de familia intentan consagrar por adelantado un objetivo que dista mucho de ser
alcanzable. El nuevo Estatuto, tal como lo conciben los nacionalistas, ha de
incorporar tres elementos altamente conflictivos y, por supuesto, inaceptables
para el Partido Popular y para el PSOE: el derecho de autodeterminación, un
sistema de financiación equivalente al cupo vasco y el deber de conocer la
lengua catalana.
La primera de estas cuestiones haría saltar por los aires la Constitución de
1978 y representaría el fin de España como Nación, por lo que no cabe su
inclusión en el texto, ni en la parte del articulado ni en el preámbulo, bien
sea de forma explícita o mediante el recurso a eufemismos. La segunda no puede
ser enfocada como un tema bilateral entre Cataluña y el Gobierno central porque
en la medida que altera el pacto vigente en este ámbito, requiere un acuerdo
general en el que participen las demás comunidades autónomas, que jamás
aceptarán privilegios fiscales más allá de lo previsto en nuestro ordenamiento
para las comunidades forales. Y la tercera implica que Cataluña se transforme en
un espacio cerrado para notarios, registradores, profesores de primaria,
secundaria y bachillerato, secretarios municipales, jueces, fiscales, abogados
del Estado, personal de la sanidad pública, policías nacionales y guardias
civiles procedentes de otras partes del territorio nacional, cuyas preferencias
por Cataluña ya han sido considerablemente mermadas a lo largo de las últimas
dos décadas a causa de la política y las leyes lingüísticas nacionalistas. A
partir del establecimiento de la obligación legal de conocer el catalán, este
fenómeno empobrecedor se volverá total y definitivo.
Por consiguiente, el espectáculo de Miravet ha sido sin duda una comedia
desorientadora para los votantes socialistas y populares en Cataluña. Incluso si
las pretensiones de Esquerra y Convergència se limitasen por ahora a la
financiación, es obvio que su planteamiento al respecto no es asumible y que, en
caso de ser aceptado, tampoco apaciguaría de cara al futuro sus restantes
reivindicaciones secesionistas. Conviene dejar claro desde el principio del
proceso que un consenso en torno a la reforma estatutaria en Cataluña entre
fuerzas tan diversas en sus convicciones y en sus objetivos es una misión
imposible. Fingir situaciones inexistentes sólo conduce a engañar a la
ciudadanía.