LA CORTINA DE HUMO
Artículo de Aleix VIDAL-QUADRAS en “La Razón” del 25.11.05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Se monta un aparatoso drama con la financiación y la nación para mantener distraído al personal y mientras se cuela el resto de barbaridades Se ha sabido que el Gobierno ha iniciado con los nacionalistas las negociaciones destinadas a enmendar el nuevo Estatuto de Cataluña en el Congreso. Por supuesto, estas
conversaciones son totalmente opacas y sólo se filtran vagas apreciaciones genéricas. Así, se dice que en el campo de las competencias se están consiguiendo
interesantes avances y que los dos mayores escollos radican en la definición de Cataluña como nación y en la financiación. Ambos asuntos han sido declarados
de capital importancia en numerosos y enfáticos pronunciamientos tanto del tripartito como de Convergencia i Unió, que incluso han llegado a afirmar, con estimulante voluntad de diálogo, que son innegociables.
A la ciudadanía que sigue este proceso con la natural preocupación, estos prolegómenos empiezan a ponerle la mosca detrás de la oreja. El esquema que se ofrece produce alarma y asombro porque la división del texto en dos grandes apartados, uno de difícil arreglo conteniendo la proclamación de la nación catalana y el sistema de fijación de sus recursos, y otro de más fácil componenda,
incluyendo todo lo demás, no se sostiene a poco que se haya leído el mamotreto secesionista. No se entiende muy bien de dónde saca el equipo negociador socialista
que cuestiones tales como la obligatoriedad del conocimiento de la lengua catalana, la competencia exclusiva sobre aguas exteriores, la convocatoria y resolución de
las oposiciones a juez, la suplantación del Tribunal Supremo por el Tribunal Superior autonómico, la supeditación de la política exterior del Estado al capricho de una entidad sub-estatal, la capacidad para convocar referendos, la bilateralidad como método habitual de relación entre la Generalitat y las instancias centrales y la preeminencia protocolaria del Presidente del Gobierno autonómico sobre el Presidente del Gobierno de España, son de orden menor y se arreglan con cuatro retoques cosméticos. Y la lista anterior es una reducida muestra de una serie interminable de inconstitucionalidades flagrantes que campean a lo largo y ancho del nuevo Estatuto, convirtiéndolo en una monstruosidad jurídica imposible
de devolver al redil de nuestra Ley de leyes. Ya desde el principio de esta comedia se va perfilando el truco.
Se monta un aparatoso drama con la financiación y la nación para mantener distraído al personal y mientras se cuela el resto de barbaridades cubiertas con un poco de maquillaje, que se presentan como el resultado de un arduo tira y afloja en el que los dos interlocutores han realizado un gran esfuerzo de aproximación. Tras colocar mediante tan burdo engaño la mercancía averiada, se finge una gran victoria del Gobierno, previamente pactada con el otro bando, en los dos puntos supuestamente más conflictivos. Pues no, no cuela, que ya llevamos un cuarto
de siglo de mentiras, hipocresías y juegos malabares, y se nos ha agotado la paciencia y la esperanza.