ANTE UN ZP REINCIDENTE, ESPAÑA
NECESITA UNA OPOSICIÓN SIN TITUBEOS
Artículo de Santiago
Abascal en
“El Semanal Digital” del 14.04.08
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
La
peor herencia de la anterior legislatura es lo que nos deja el presidente con
sus nombramientos. Toda una declaración de guerra. El Partido Popular debe
actuar en consecuencia.
Lo
que –con sus nombramientos- nos ha dicho Zapatero
a los españoles no se sujeta a la interpretación. El mensaje es cristalino: de
nada se arrepiente, los ministros más cuestionados prosiguen y las políticas
que más han dividido a los españoles acechan desde los ministerios. Zapatero desafía al
Partido Popular y a diez millones de españoles y guiña el ojo a los
extremistas, que el 9-M premiaron con su voto el radicalismo de izquierdas y la
sensibilidad filonacionalista del presidente.
La provocación de Zapatero
es de alto nivel: sigue en Interior el ministro protagonista de la
desactivación de la lucha antiterrorista, en Justicia permanece el sectarismo
de quien más ha tratado de politizar a la judicatura española, y en Educación
continúa la ministra que no ha movido un dedo contra la imposición lingüística
pero que se ha empleado a fondo para arrebatar a los padres la patria potestad
sobre sus hijos con una asignatura que pretende -nada más y nada menos- modelar
y manosear su conciencia moral.
Y como guinda, estrenamos ministra criptonacionalista catalana -que repudia al
patriotero Bono-
al frente de Defensa. Ésta sí que promete. Bono, el supuestamente españolista, dejó
su impronta hasta en los históricos lemas del ejército. Su sucesora le hará
bueno. Yo no doy ya un duro ni por los homenajes a la bandera.
El PP no puede mirar para otro lado ante semejante ofensiva, no dándose por
enterado. Los pactos de buenas intenciones escritos en el aire no son posibles
con quienes han dejado la nación hecha unos zorros y proclaman –con los viejos
reministros- que continúan con la obra iniciada sin atisbo de propósito de
enmienda ni acto de contrición a la vista. Ante un Gobierno decidido a culminar
la deconstrucción de las instituciones no es posible continuar mirándose el
ombligo hasta junio. Hay que pensar más en España y en los españoles, a los que
les preocupan muchas cosas. La economía, mucho. Pero sin olvidar que la gente
tiene principios y nos juzgará por la fortaleza o la doblez de nuestras
convicciones.
Hoy, más que nunca, el PP debe estar a la altura de su responsabilidad
histórica con España. Por dos motivos; el primero y esencial, porque sí, y el
segundo, porque el PP ya no tiene el voto cautivo de quienes aman a España y la
sienten como una nación de ciudadanos libres e iguales. Otras opciones lícitas,
aunque hoy residuales, han surgido en el panorama político español. Si se
quiere continuar maldiciendo a algunos medios por la cobertura ofrecida a las
nuevas opciones, hágase, pero el problema no está fuera de nosotros y de
nuestros titubeos. El fortalecimiento de otras alternativas políticas se
producirá en la medida en que algunos estrategas quieran dar el cambiazo –o
maquillar hasta convertir en irreconocibles- a nuestros principios y
convicciones.
No podemos abandonar el campo para que otros lo ocupen por nuestro
desistimiento o disimulo, ni hacer cosas raras siguiendo a los
"expertos" en mercadotecnia. Lo nuestro –si cabe, con más énfasis que
nunca- ha de ser la defensa de la nación española, la reforma constitucional
para fortalecer el Estado, la reivindicación de las libertades cívicas y la
exigencia de igualdad ciudadana. Por eso se nos ha respaldado el 9-M, en eso
creemos y de eso tenemos que convencer.