PROPUESTA INACEPTABLE
Editorial de “ABC” del 29/04/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
LA pasividad
del Gobierno, su dependencia aritmética del tripartito catalán, su aceptación de
una regresión autonómica absolutamente contraria a la evidencia, su silencio
respecto a la utilización torticera del concepto de déficit fiscal territorial y
su irresponsabilidad al abrir la reforma estatuaria sin objetivos claros han
conducido a un nuevo enfrentamiento institucional de imprevisibles
consecuencias. Porque la propuesta de financiación autonómica del Ejecutivo
catalán es sencillamente inaceptable para cualquier gobierno que quiera mantener
los principios constitucionales de igualdad, solidaridad y unidad de mercado.
Cobran ahora todo su sentido las advertencias lanzadas por Felipe González y
Alfonso Guerra.
Zapatero ya no puede permanecer más tiempo callado, porque el que calla otorga.
Y otorgar significa aceptar un régimen confederal, incompatible con la
Constitución, pero coherente con las aspiraciones de los nacionalistas, que
siempre han pedido una negociación de iguales entre dos soberanías originarias.
Nunca han aceptado el Estado de las Autonomías, sino que postulan la libre
adhesión entre naciones. En eso coinciden el plan Ibarretxe y la propuesta del
Ejecutivo catalán, aunque la mayoría de los componentes de este último les
separe radicalmente su actitud ante la violencia. Los nacionalistas catalanes
siempre han considerado un agravio el Concierto Vasco. Ahora se apuntan a sus
efectos y exigen equipararse en sus resultados en quince años, aunque al hacerlo
nieguen la razón de ser de supuestos derechos históricos territoriales.
El sistema de financiación prevé una Agencia Tributaria propia y una Comisión
Mixta Estado-Generalitat, como órgano bilateral de coordinación cuya presidencia
se ejercería por turno rotatorio. Lo primero significa que se rompe la unidad
fiscal, con grave riesgo de clientelismo político, descoordinación y fraude. Lo
segundo, que las cuentas de Cataluña se desvinculen del devenir económico y
financiero de las demás Autonomías y se negocien entre iguales con el Gobierno
central. Además, el Estado garantizaría la suficiencia financiera de Cataluña,
pero no a la inversa, cuando es ésta la que recauda. Y se limita unilateralmente
la aplicación de cualquier mecanismo de solidaridad interterritorial que pueda
establecer el Estado a mantener la posición de Cataluña en el ranking de renta
per cápita. El tripartito pide también negociar una compensación por la deuda
histórica provocada por los sistemas anteriores. Una lógica reivindicativa
peligrosa que podría llevar un día, por ejemplo, a que el resto de España pida
una compensación por el proteccionismo económico de inspiración catalana o que
Andalucía exija una indemnización por la contribución de sus inmigrantes, o que
Extremadura reclame un pago por su déficit comercial bilateral. Un despropósito
y un país ingobernable.
Hay motivos económicos, políticos y constitucionales para una radical oposición
democrática a esta propuesta, al margen de que se pueda negociar el reparto
cuantitativo de la recaudación de las distintas figuras impositivas. Pero
siempre en un marco de igualdad entre Comunidades, en un sistema general para
todos, fuera de la negociación de un Estatuto concreto, y en el que quede
consagrada la soberanía fiscal del Estado. Si además el PSOE fuera capaz de
garantizar que no va cambiar de idea, como después de 2001, cuando aceptó un
sistema definitivo de financiación que rechazaba la generalización del
Concierto, se cerraría por fin un debate estéril que sólo divide a los
españoles. Desde el punto de vista económico los números del Estado no cuadran,
y el sistema es ineficiente e insolidario, en negociación permanente y con unos
costes de gestión muy elevados. Desde el punto de vista político, Cataluña
pretende una relación de igual a igual con el Estado, completamente al margen de
las otras Comunidades, un Concierto particular que confunde deliberadamente la
solidaridad entre las personas con la solidaridad por metro cuadrado, lo que no
parece muy socialista. Y es una propuesta anticonstitucional porque choca
frontalmente con el Estado de las Autonomías y se enmarca no ya en una visión
federal, sino confederal de España.