UN GOBIERNO EN RETROCESO
Editorial de “ABC” del 11.10.05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Una lectura objetiva de todas las encuestas y sondeos publicados en los últimos
días -que conviene poner en su justo valor porque suponen una foto fija del
escenario actual, de compleja proyección futura- permite afirmar que el Gobierno
se encuentra en franco retroceso. Hay mucha menos confianza en el jefe del
Ejecutivo y se valoran negativamente sus decisiones. Para medir la gravedad de
los últimos datos demoscópicos, similares a los ofrecidos hace una semana por
ABC, hay que tener en cuenta que el Gobierno recibe este varapalo cuando aún no
ha culminado ninguna de las principales apuestas de Rodríguez Zapatero. El
panorama es realmente negativo para sus intereses porque está perdiendo la
confianza ciudadana cuando aún le resta por abordar todo el trámite
parlamentario del nuevo Estatuto catalán, lo que puede provocar una tensión
insoportable para la cohesión del PSOE, algunos de cuyos dirigentes, como
Francisco Vázquez, volvieron ayer a alzar la voz contra el desafío del
Parlamento catalán, el mismo día que lo hacían el gobernador del Banco de
España, el presidente de la CEOE o los secretarios generales de UGT y CC.OO.
Tampoco es una posición idónea para encarar una negociación con ETA, a la que
los ciudadanos no quieren premiar con medidas de gracia o beneficios políticos.
Por su parte, la inmigración, enlazada con la política exterior (Marruecos y
Unión Europea), está escribiendo la crónica más trágica nunca vivida por España.
El Gobierno haría bien en preocuparse más de este daño a la imagen nacional que
de insistir en el «momento dulce» de las relaciones con Marruecos.
Rodríguez Zapatero debería asumir estas encuestas como el castigo a una acción
de gobierno, aventurera, que él mismo ha puesto en manos de factores tan
imprevisibles como la tregua de ETA, la cooperación marroquí o la lealtad de los
nacionalismos extremistas. Todo se debe a que el PSOE ha cometido varios errores
de cálculo. El primero fue creer que la marea anti-PP que se produjo tras el
14-M iba a ser indefinida y que arrastraría a este partido a una crisis de
debilidad duradera, suficiente, en todo caso, para gobernar sin oposición la
mayor parte del mandato. El segundo error fue pensar que la sociedad española
asumiría sin más una segunda transición constitucional, bajo el señuelo de la
modernidad federalista y, por supuesto, asomando el espantajo de la derecha
siempre que se oyera alguna crítica. Pero ha sucedido que el PP ha aguantado el
año de travesía desde el Gobierno a la oposición y saldado en líneas generales
sus renovaciones internas y los envites electorales. Y, sobre todo, la sociedad
española está diciendo que no quiere rupturas del orden constitucional, ni
experimentos con su identidad nacional, ni cambios irresponsables en políticas
básicas del Estado. Por esto, Rodríguez Zapatero tiene motivos suficientes para
preguntarse por el futuro de esta legislatura y, sobre todo, si le queda algo
que ofrecer a la sociedad española distinto a lo ofrecido hasta ahora, porque,
objetivamente, ha habido poca gestión y mucha mercadotecnia. O lo que es lo
mismo, bastante más ruido, estruendo a veces, que nueces.
El reverso de estas encuestas es el PP, cuya dirección no debería caer en la
complacencia por la remontada en intención de voto, ni pensar que la opinión de
los sondeos está consolidada. Rajoy y su equipo pueden legítimamente valorar la
situación como un refrendo general a su actuación opositora, pero deben ser
conscientes de que las encuestas son lo que son y que queda mucho camino por
delante, sobre todo porque los sondeos subrayan el desgaste del PSOE más que un
sensible ascenso del PP. Por eso, las encuestas revelan la necesidad de que el
Partido Popular perfile con inteligencia su estrategia inmediata, combinando,
como hasta ahora, la firmeza de los principios con la serenidad del discurso. La
sociedad ha empezado a ser receptiva al mensaje de Rajoy, tanto como a su
predisposición al pacto con el Gobierno para los grandes asuntos de Estado.
El PSOE sabe ya que la sociedad española se ha despejado del aturdimiento del
11-M y que desde ahora no es suficiente agitar el fantasma de la derecha ni del
pasado para acallar las críticas a la acción de Gobierno. Rodríguez Zapatero se
comprometió a escuchar a los ciudadanos y éstos han lanzado un claro aviso al
Ejecutivo. Que Zapatero lo entienda o no será la clave del nuevo curso político.
Si se equivoca, las consecuencias políticas pueden ser letales para el PSOE,
porque el presidente del Gobierno no recibió el 14-M un cheque en blanco del
electorado, sino una confianza que empieza a darle la espalda en apenas año y
medio de legislatura.