EL OTOÑO DE ZAPATERO
Editorial de “ABC” del 19.11.05
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
Tanto el PSOE como el
Gobierno se han lanzado a contraprogramar la encuesta del Centro de
Investigaciones Sociológicas con el argumento de que el deterioro de confianza
en el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, se debe, en buena parte,
a la crispación provocada por el PP. La idea socialista, reiterada con denuedo
durante los últimos meses, parece no haber calado. Incluso ha podido tener -por
lo que tiene de minusvaloración de la opinión pública- un efecto bumerán, a
tenor de los datos del CIS. Pero, en este caso, la eficacia de la réplica es de
corto vuelo y encierra un mensaje poco edificante para el propio PSOE, al
aceptar una alta capacidad de influencia, movilización y presión por parte del
PP y, por otro lado, al reconocer la vulnerabilidad política del presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a los embates de la única oposición real
existente en el Parlamento.
El PSOE ha perdido una ocasión propicia para haber hecho una autocrítica que
ayudara a explicar la pérdida constante de confianza en el Gobierno. El problema
de los socialistas no es, como piadosamente dijo ayer José Blanco, que su
mensaje puede no estar llegando bien a la sociedad. El problema es que el
mensaje que llega a la sociedad no gusta, y no que el PP esté haciendo oposición
dentro y fuera de las instituciones. De hecho, las entrevistas con los
encuestados por el CIS son anteriores al debate parlamentario sobre el proyecto
de Estatuto catalán y de la masiva manifestación contra la LOE, caballos de
batalla de la supuesta crispación que el PSOE imputa a los populares. Las causas
del desgaste de Rodríguez Zapatero son más amplias. Sin duda, una muy importante
es que el PP está ejerciendo la oposición que le corresponde en un sistema
parlamentario y no cabe esperar de Rajoy otra cosa que seguir en su papel de
alternativa de gobierno y de captación de apoyos sociales. Pero el deterioro de
Rodríguez Zapatero se debe fundamentalmente a que ha dejado de ser un político
creíble para la mayoría de los ciudadanos. Los datos sobre confianza en la
situación económica son demoledores: sólo un 12 por ciento piensa que dentro de
un año la economía irá mejor, frente a un 34,8 por ciento que opina que
empeorará. Esta percepción ciudadana se produce a pesar de que las cifras
macroeconómicas siguen siendo, en líneas generales, relativamente positivas,
aunque ya se detecten «síntomas de agotamiento», como los advertidos por Joaquín
Almunia, comisario europeo de Economía. Algo similar sucede con la situación
política: sólo el 14,5 por ciento cree que mejorará, frente al 25,5 por ciento
que piensa que empeorará. Y esto a pesar de que Rodríguez Zapatero tiene
pactada, de forma más o menos explícita, según los casos, una cómoda mayoría
parlamentaria con todos los grupos minoritarios.
Lo que le pasa a Rodríguez Zapatero es que le han dado la espalda los
sentimientos y las intuiciones de los ciudadanos, aparte de tener en contra la
reacción que determinadas reformas legales y cambios en políticas sensibles,
como la antiterrorista, han causado en amplios sectores sociales. Este
contratiempo es especialmente grave para un político como Zapatero, que llegó al
poder apelando de forma constante a los sentimientos de los españoles, ante la
imposibilidad de atacar a los gobiernos del PP por otros flancos como la
economía, la estabilidad o la ausencia de corrupción. El presidente del Gobierno
se zambulló en una política de gestos sobre reformas sociales, aumentos de becas
y mejoras de pensiones; abanderó el «adecentamiento» de la democracia española
con la regulación del matrimonio homosexual; lideró la universalización de la
paz y de la alianza de civilizaciones entre otros empeños no menos elevados. En
definitiva, confió su prestigio en deslegitimar a la derecha con un discurso de
inauguraciones morales permanentes, que en realidad está utilizando como
tapadera de otras políticas que han mermado su crédito. Sin embargo, los
resultados de la encuesta del CIS ponen de manifiesto que la confianza en el
hombre que se propuso abanderar la causa del regeneracionismo en los modos de la
acción política se desvanece a medida que crecen los problemas, surgidos,
precisamente, de esa manera diferente de entender la gestión del Gobierno. Hoy
por hoy, son más los españoles que creen que Zapatero ya no es la solución, sino
parte del problema.
La culpa de una pérdida de 30 puntos de confianza en Zapatero, en poco más de
una año, no puede deberse sólo a la presión del PP. Es el resultado de una
acción de gobierno negativa, mal orientada y apoyada en socios de dudosa lealtad
al marco constitucional. El PSOE no tiene que buscar fuera las causas de este
anticipado otoño político de Zapatero. Su problema está en el interior.