EL PP COMO ALTERNATIVA

 

  Editorial de   “ABC” del 10.10.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

El decaimiento del Gobierno tras la crisis de los incendios en Galicia, la llegada masiva de inmigrantes ilegales a las costas canarias y las incertidumbres morales y políticas en torno al diálogo con ETA han creado un estado de opinión pública en el que Rodríguez Zapatero ya empieza a ser vulnerable. Si en la primera mitad de su mandato y por aquello de la novedad, el rupturismo y el «talante», el prejuicio general le favorecía, desde agosto ese prejuicio se ha vuelto negativo y endosa al Ejecutivo una etiqueta de mal gestor, combinando pura desconfianza con la percepción realista de que España está mal gobernada. Sin necesidad de incurrir en catastrofismo alguno, los problemas que el PSOE anunció que iba a resolver se agravan: inmigración ilegal, inseguridad ciudadana, endeudamiento familiar, violencia de género, carestía de la vivienda... La situación económica vive de la inercia porque no ha habido medidas económicas de relevancia. La debilidad del Estado por efecto del Estatuto catalán ya se puede cuantificar en los próximos Presupuestos Generales del Estado. La «tensión territorial» no se calma, sino que se agudiza y se exhibe en el Nou Camp como un alarde independentista.

Las encuestas no reflejan aún un vuelco en la intención de voto (sí una importante aproximación del PP, como recogía el barómetro de otoño de ABC), pero es evidente que el Gobierno no gana frente al PP las distancias que los socialistas habían calculado después de emplearse a fondo durante dos años con una estrategia orientada exclusivamente a la marginación de Mariano Rajoy. Por su parte, el presidente del PP ha comprendido bien la situación a la que se enfrenta su partido, consciente de que los fracasos de Zapatero no se transforman automáticamente en votos a su favor. Rajoy ha tenido el sentido de la oportunidad necesario para emplazar a su partido a dar, desde ahora mismo, respuestas, alternativas y propuestas concretas a los ciudadanos, después también de dos años de una dura labor de oposición, en la que la crítica al Gobierno ha ido paralela a un esfuerzo constante por recuperar a su partido de la derrota del 14-M. En esta línea de oferta de alternativas se enmarcó la Conferencia sobre Inmigración, celebrada el pasado fin de semana y que permitió a Rajoy adentrarse aún más en un terreno abandonado por la ineficacia del Gobierno socialista, en el que los ciudadanos comparten más las tesis de Rajoy que de Rodríguez Zapatero. Si esta iniciativa que el PP ha tomado en materia de inmigración es la vanguardia de una nueva estrategia de acercamiento a las demandas sociales, de proximidad a los ciudadanos y de traducción política del pulso social, significará que los populares han sabido recuperar el pragmatismo y la eficacia que caracterizaron sus dos mandatos entre 1996 y 2004. Y será tanto más creíble esta iniciativa cuanto antes se desembarace de voces disonantes que pretenden lastrarla con planteamientos electoralmente contraproducentes y políticamente reprobables.

Éste fue el mensaje central que envió Mariano Rajoy al Comité Ejecutivo Nacional de su partido, que se celebró ayer, mensaje en buena medida complementario del que pronunció a principios de septiembre ante la Junta Directiva. Ambas intervenciones -que colocaron el 11-M en el espacio político que corresponde a un asunto judicial- conjugan los elementos que hicieron de los gobiernos del PP los más eficaces de la democracia, porque, en ambas, Rajoy ha apelado a la solución de los problemas concretos de los ciudadanos, a ideas de sensatez y moderación en el gobierno del país, a la estabilidad institucional de un buen sistema democrático y, en definitiva, a los rasgos propios de una opción liberal-conservadora, perfectamente capacitada para englobar a todo el centro y la derecha españoles.

Es la constatación, en suma, de que al Gobierno de España se llega con criterios políticos de amplio espectro, más eficaces para la defensa de los principios básicos de una opción de centro derecha (unidad nacional, cohesión social, valores morales) que la intransigencia y el radicalismo con los que desde fuera se intenta limitar la capacidad de interlocución de Rajoy.