EL SUELO SE MUEVE EN EL SOCIALISMO
Editorial
de “ABC” del 14 de
febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
Lo que
menos podía esperar la dirección socialista nacional es que el más pesimista de
los diagnósticos acerca del gobierno tripartito catalán pudiera venir de dos
pesos pesados del socialismos catalán: Ernest
Maragall y Antoni Castells, consejeros de Educación y
Economía, respectivamente. Ambos defendían el agotamiento de la coalición del
PSC con Esquerra Republicana e Iniciativa por Cataluña. Incluso Maragall se
refirió a la «fatiga» ciudadana por el tripartito que dirige Montilla. Esta
doble confesión no sólo demuestra la debilidad que atraviesa el Ejecutivo
autonómico, cada vez más rezagado de CiU en las encuestas, sino también la
caducidad de la obra cumbre de Rodríguez Zapatero, el «pacto del Tinell», aquella alianza del socialismo con el nacionalismo
extremista para perpetuarse en el poder. Por eso, las críticas de Maragall y Castells afectan al proyecto ideológico que ha vertebrado
la política de coaliciones de Rodríguez Zapatero, que ya empezó a quebrarse en
el País Vasco, con el apoyo del PP a Patxi López.
El
episodio va más allá de una crítica coyuntural. El PSOE sigue sin orden ni
concierto en las comunidades de Madrid y Valencia. Su gobierno en Baleares
pende de un hilo. En Andalucía se ha dividido entre seguidores de Chaves y Griñán. Un histórico del socialismo vasco, Jesús Eguiguren, alecciona en público a Zapatero. Los socialistas
canarios buscan sustituto a la fracasada apuesta de López Aguilar. Y el
presidente manchego, José María Barreda, sigue reclamando un cambio de
gobierno. No hacen falta muchas más pruebas para constatar la inestabilidad del
PSOE, que en poco menos de año y medio tendrá que enfrentarse a los comicios
catalanes y a las elecciones autonómicas y locales de 2011.
Este
escenario de nerviosismo e inseguridad es lo que ha intentado neutralizar la
dirección socialista con los llamamientos a la unidad interna en las sucesivas
reuniones del Comité Federal y de los grupos parlamentarios; y, sobre todo, con
la renovada estrategia de señalar al PP como culpable de que no haya un gran
acuerdo contra la crisis. Sin embargo, estos síntomas de agotamiento interno ya
no tienen tanto que ver con la necesidad de un chivo expiatorio externo, sino
con la incipiente desconfianza en los mandos socialistas sobre las
posibilidades electorales de Rodríguez Zapatero para 2012. Que algunos líderes
del PSC se hayan sumado públicamente a esta exhibición de dudas -aunque sea con
una lectura sólo catalana-, supone para el PSOE una pésima noticia en su mejor
granero de votos.