TENSIÓN CRECIENTE EN EL PSOE
Los socialistas viven
la continuidad de Zapatero con ansiedad porque ni resuelve ni deja resolver. Se
agota febrero y la recuperación no llega
Editorial
de “ABC” del 25 de
febrero de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
El PSOE se resiente cada día más por culpa de la incertidumbre que ha creado el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre su continuidad como candidato socialista en las elecciones generales de 2012. Realmente, lo que vive internamente este partido es una tensión creciente porque aumenta la inseguridad sobre su futuro, descontada incluso la previsible derrota electoral que sufrirá en los comicios autonómicos y locales del próximo mes de mayo. En efecto, lo que los dirigentes socialistas se plantean ya no es tanto perder por lo menos posible frente al Partido Popular, sino evitar que el PSOE entre en una dinámica de partido perdedor, alienándose con un síndrome de fracaso similar al que se ha hecho endémico entre los socialistas valencianos o madrileños.
Por eso, puede ser suicida para el PSOE la toma de posiciones que se está produciendo entre algunos de sus principales dirigentes, porque anticipa el debate sucesorio sin que el responsable de hacerlo, Rodríguez Zapatero, lo haya inaugurado. El problema es que tampoco ha evitado que en su partido crean que ya ha comenzado, y quienes participan en él empiezan a mostrar las cartas de lo que es, en toda regla, un conflicto de visiones sobre el partido, su organización y su ideología. Lo que está claro es que si Rodríguez Zapatero se va, lo que todavía está por ver, su sucesión no va a consistir en una designación a dedo, menos aún una entronización garantizada para Rubalcaba. Aun poniendo por delante la frase hecha de que el mejor candidato es Zapatero, no han faltado quienes, como Carme Chacón o José Bono, dejan verse como participantes de la carrera sucesoria, lanzando dos avisos: que el poszapaterismo no se va a hacer sin zapateristas y demás familias socialistas y que una vez ido Zapatero —o invitado a irse— nadie tiene asignado el puesto de sucesor. Nadie puede asegurar que la sucesión de Zapatero no sea, también, una revisión ideológica y organizativa de un PSOE agotado por estos años de mandato convulso y conflictivo.
Los socialistas viven la continuidad de Rodríguez Zapatero con ansiedad porque ni resuelve ni deja resolver. Se agota el segundo mes de 2011 y la recuperación no llega, el paro crece, el pesimismo se mantiene y quedan menos de tres meses para unas elecciones autonómicas y locales que pueden dar a los populares los gobiernos más cercanos a la inmensa mayoría de los españoles.