LEÑA PARA UNA CREMÁ

Artículo de Mayte Alcaraz en "ABC" del 23-2-12

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

Antes los jóvenes se manifestaban por la libertad y la justicia social, ahora por unos grados de calefacción en un aula a orillas del Mediterráneo. Antes, un pensador renacentista como Luis Vives, dedicaba su vida a luchar por la paz internacional, la unidad de los europeos y la atención a los pobres, hoy, los alumnos que aprenden a no saber en el colegio que lleva el nombre del valenciano universal van a las barricadas para reivindicar leña en las estufas de los recortes. Antes, la utopía movía el mundo, ahora lo mueven los sindicalistas de chófer y consejo de administración en la puerta. Como en las escuelas no se sabe ni a cuánto están las naranjas en el mercado de los especuladores, es improbable que los niños de iphone colijan que la solución a los sabañones no la tiene Rubalcaba ni los cocidos que se toma Méndez en Casa Hortensia ni la cólera de los antisistema, sino la «derechona» de La Moncloa que legisla infundiendo confianza.

En las mesas de los liberados sindicales se comen viandas de banquero, en la del pueblo patatas con confianza. Confianza para que España pueda colocar sus letras a tipos por debajo del 1 por ciento que le permita a Montoro saldar la deuda de todas las administraciones con los proveedores, también con los que suministran a las escuelas. Va a resultar que el encanto irresistible de una manifestación se conjura con un puñado de medidas serias de un Gobierno «facha», que diría Elena Valenciano. Tanta portada sobre el 15-M en el «New York Times» para esto, tanta «primavera de Valencia» para que venga un señor normal de Pontevedra, abrace la tasa Tobin, permita la dación en pago para evitar desahucios y liquide a los tenderos que reclaman sus euros para llenar el puchero.

España no es Grecia, ha dicho sin decirlo Rajoy en Londres. Ni Montoro es Evangelos Venizelos. Al ministro español le faltan algaradas con fundamento en la calle y cuarenta kilos de grasas saturadas para convertir Valencia en la hoguera de Atenas. Valencia ya tiene sus Fallas. La izquierda magnifica ahora una carga policial mientras miraba hacia La Meca cuando los Mossos del tripartito catalán sacudían sin tiento o la policía de Rubalcaba respondía con contundencia a los manifestantes de El Cabañal de Valencia. Ganar en la calle lo perdido en las urnas es una tentación al alcance de estrategas fracasados a los que el 20-N mandó al paro. Pero lo bueno que tiene esta situación de posguerra europea es que va a dejar con las vergüenzas al aire a los impostores que encuentran su carta de naturaleza cuando se manifiestan contra la derecha. Como rezaban las pancartas de la helenización del Turia, no habrá paz para los malvados.