LA OPERACIÓN MÁS SINIESTRA
Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 28/12/04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
CUANDO
algunos anunciábamos que el PSOE iba a utilizar la cuestión nacional para
desestabilizar al Gobierno del PP y, de paso, el sistema democrático, en cuanto
éste ganara las elecciones, hubo quien dijo que se trataba de una exageración.
Cuando dijimos que el frente social-nacionalista, desde ZP a Llamazares, desde
Ibarretxe a Maragall, desde Patxi López a Carod-Rovira y Labordeta, iba a
acorralar al Gobierno del PP, al día siguiente de su toma de posesión, estábamos
en lo cierto.
Cuando advertíamos de que la kale borroka que habían organizado Zapatero,
Llamazares y los sindicatos con motivo de la catástrofe del «Prestige» y contra
la guerra de Irak quedaría como un juego de niños al lado de la nueva ofensiva,
estábamos haciendo una predicción certera: el editorialista de «El País» nos dio
ayer la razón.
Ésos eran los planes de ZP: las «naciones» contra la Nación. Todos contra el PP,
con el coro de artistas y de intelectuales-de-toda-la-vida, intentarían ganar en
la calle lo que no les permitiría la relación de fuerzas parlamentarias. Con
razón la dirección del PP tenía miedo a ganar las elecciones. La prueba sería
mucho más dramática que la vivida en los últimos tiempos. ¿Qué sucedería cuando
el Gobierno del PP intentara detener el referéndum de Ibarretxe? ¿Se atrevería a
pararlo con el Ejército?
EL editorial que publicaba ayer «El País» ha confirmado lo que preveíamos
algunos... Decía así: «Las estrategias de cambio institucional que venían del
País Vasco y de Cataluña estaban pensadas en función de la permanencia en el
poder del Partido Popular. Eran procesos que tenían entre sus cálculos los
réditos políticos internos a cada comunidad del inevitable rechazo de Madrid.
Pero la situación ha cambiado. Y es hora de razonar en términos de lo posible, y
no al revés. Zapatero se dispone a lanzar ahora un aviso a navegantes al
advertir que no avalará ninguna reforma que no haya sido consensuada en el
Ejecutivo central, algo que puede entrar en contradicción con su promesa de
apoyar el Estatuto que salga del Parlamento catalán. Ya es tiempo de que empiece
a definir el horizonte de lo que pretende. Lo que no es de recibo es que el
secretario de organización del PSOE, José Blanco, diga que no sabe si está de
acuerdo o no con el proyecto del PSE. El momento de escuchar, de tomar nota de
lo que dicen los demás ya ha pasado».
Perdón por la extensión de la cita. Merecía la pena dar, tal cual, el texto en
el que el editorialista de «El País» reconoce que ZP había preparado un
gravísimo proyecto de desestabilización institucional y que iba a ser utilizada
la propuesta de un nuevo modelo de Estado para hacer saltar por el aire al
Gobierno de la derecha. Merecía la pena esta larga cita y de forma muy especial
el párrafo en el que se advierte que al haber cambiado la situación ha perdido
sentido la estrategia que se había preparado. Así pues, ZP debe aclararse a
juicio del editorialista.
Pero ¿acaso cree éste que ZP es capaz de convencer a los socialistas vascos de
que renuncien a la idea de «comunidad nacional» como alternativa al Plan
Ibarretxe? Y aún más, ¿es tan ingenuo como para pensar que Maragall podría
renunciar a la idea nacional catalana en función de las conveniencias políticas
de ZP?
EN todo caso cabe preguntarse por qué ha tardado tantos meses el editorialista
de «El País» en pedir una reorientación de la estrategia socialista. Es posible
que se haya visto obligado a hacerlo públicamente después de comprobar que era
inútil hacerlo de forma discreta. Ha corrido un riesgo grave: ha venido a
reconocer que estaba en los entresijos de una operación política verdaderamente
siniestra.