CIUDADANOS
Artículo de César A. de los Ríos en “ABC” del 12.05.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
«Ciudadanos de Cataluña», como
organización, no está diciendo nada que no haya dicho y proclamado el PP y
especialmente algunos de sus dirigentes: desde Vidal Quadras a María San Gil,
desde Jaime Mayor a José María Aznar.
Tampoco añade nada a la condena de la peste nacionalista que algunos venimos
haciendo desde hace años, incluidos los fundadores de «Ciudadanos» como Espada,
Carreras o Boadella.
La novedad de «Ciudadanos» no está, por tanto, en su discurso antinacionalista,
sino en el hecho de que, por fin, hayan decidido organizarse como partido gentes
de izquierda que estaban hartos del partido socialista y de la miseria
catalanista. La asfixia les ha alcanzado incluso como a profesionales. El
enrarecimiento cultural de Barcelona ha sido determinante, a mi entender, para
que ha llegado a producirse esta reacción colectiva.
La apuesta llega ahora: en el paso de la idea a partido. Y no sólo porque la
tarea de montar una organización eficaz sea ingente, sino porque ésta debe
responder a exigencias de claridad, distinción, coherencia, si no se quiere
hacer populismo. En este sentido, veo demasiadas sombras en esta promesa de
partido. Por ejemplo, me parece preocupante que la idea de «ciudadanía» baste
como «razón partidaria» cuando ésta debe ser un supuesto común a todo partido
democrático. A partir de aquí, a los fundadores de «Ciudadanos» parece darles
igual que los futuros militantes sean de izquierdas o de derechas, conservadores
o progresistas... Porque, aun siendo cierto que a estas alturas del nuevo siglo
el liberalismo y la socialdemocracia han reducido mucho sus perfiles, las
diferencias siguen siendo decisivas. De hecho, bastan para hacer necesario el
sistema de partidos. Los fundadores de «Ciudadanos» tienen una especial visión
de la historia de España, e incluso una idea muy especial de la idea de nación,
y responden a los esquemas de la izquierda en cuestiones básicas como las
relaciones Iglesia-Estado, el papel del Estado en la economía, en la
educación... ¿Es posible que la idea de «ciudadanía» baste para relativizar las
diferencias entre derecha e izquierda?
«Ciudadanos» ha salido de una costilla del PSC y haría bien en considerarse de
izquierdas. Si Arcadi o Carreras no podrían verse en el PP, ¿por qué gentes
liberal conservadoras deberían confiar en una dirección de izquierdas?
Por otra parte, el impacto que esta promesa de partido ha producido en ciertos
medios de la derecha nos habla de la inseguridad de ésta. De sus complejos.