Artículo de César Alonso De Los Ríos en “ABC” del 15
de junio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
UPyD no ha pasado de ser todavía una promesa de partido pero,
sobre todo, no lo ha conseguido en los territorios donde parecía necesaria. En
primer lugar, las europeas no han terminado de meterle en el juego de los
partidos hasta el punto de poder modificar la relación de fuerzas. En este
sentido sigue siendo una formación prescindible. Tanto a escala nacional como en
el interior de la CC.AA. Por esa razón Rosa Diez hace contabilidad por
provincias. La tercera fuerza en 32, dice. Y ¿en cuántas la cuarta o quinta?
Pero, sobre todo ¿en cuáles y para qué?
De
momento, los analistas pueden prescindir de sus movimientos si no es por
razones ideológicas o morales. Como si se tratara de un intelectual colectivo.
Sus seiscientos mil votos no inciden en las relaciones de los dos grandes
partidos. Su escaño vasco no fue necesario para el nombramiento de Patxi López como lendakari. Bastó con los del PP. No es
este, sin embargo, el lado más grave de UPyD. Su
representación es tan exigua en Cataluña, País Vasco y Galicia que es su gran
agujero negro. Su debilidad es extrema precisamente en aquella parte del
territorio donde debería haber tenido mayor éxito, donde más necesaria era su
presencia. ¿Acaso no había nacido UPyD para
solucionar el «problema nacional» en estas tres regiones a la vista de la
«traición» del PSOE y a la vista de las inconsecuencias del PP? El éxito de
Rosa Diez en Valladolid o en Las Rozas puede servir de castigo al PP y al PSOE,
pero no a los fines por los que nació.
Del
partido de Rosa Diez (que así se le sigue llamando dos años después de su
fundación) se esperaba que actuara como un aguijón del PP y el PSOE en las
llamadas «nacionalidades» No ha sido así. Por el contrario, en estas su
representación ronda el uno por ciento. En una palabra, UPyD
ha triunfado donde no era necesario y ha fracasado donde lo era.