LEGUINA, GUERRA, BONO, IBARRA...
Artículo
de César Alonso de los Ríos en “ABC” del 18 de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Reclaman
comprensión personal, ternura casi, Leguina, Guerra,
Bono, Ibarra... Tan duros, ellos. Callaron durante años y años. Vulgarmente
«tragaron». Votaron a favor del Estatuto catalán y/o lo apoyaron desde fuera
del Parlamento. Permitieron una política destructora que ahora llaman
«territorial» por miedo, todavía, a hablar de la unidad de España, de la
nación, de la patria común. Lo expliqué en «La izquierda y la nación»: entre
Zapatero y Maragall se cargaron «lo» que ya había dejado González en agonía.
¿Ante quién desean justificarse ahora?
Todavía
es tiempo. Siempre es tiempo. Lo ha hecho Rosa Díez a su manera. ¿Por qué no
podrían romper con el partido que tanto les debe? De estos cuatro que cito el
más veterano en la izquierda fue Leguina. Aún llegó a
militar en el FLP y desde ahí se pudo escurrir hacia el PSOE, con gentes
estupendas por cierto, donde iba a hacer más fortuna que en la estadística y en
la narrativa. «Majo tipo», habría dicho el padre de uno de los chicos del Gran
Wyoming, falangista él. Pero Zapatero los ha dejado caer y ni siquiera Guerra
es capaz de mantener una imagen clara ante la sociedad a pesar de tener en sus
manos la Fundación Pablo Iglesias y varias publicaciones.
Importa
España. Zapatero la está destruyendo. No es verdad que haya un problema de
sucesión en el PSOE, como se dice estos días, aunque sí podría haberlo si estos
y otros le pusieran una mano, encima, a Montilla, y a Rubalcaba... De lo
contrario tendremos que convenir que el PSOE ha sido siempre nefasto para
España. Si los Elías Díaz de ayer y de hoy no se han atrevido a decir nunca, en
público, que Largo Caballero fue el responsable de la Guerra del 36, mañana
tampoco dirán que Zapatero destruyó, entre siglos, la nación española.
Territorialmente, si así lo prefiere Leguina. Pero
que vengan al club. Ahora, cuando todavía hay tiempo de salvar esto. Aunque sea
«territorialmente».