DEMOCRACIA VERSUS POPULISMO
Artículo de JOSEBA ARREGI, Ex consejero de Cultura del PNV, en “ABC” del 02/02/05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
En el debate
de ayer en el Congreso de los Diputados quedó claro que no existe una
confrontación de legitimidades, ni un enfrentamiento de legitimidad contra
legalidad, sino que lo que existe es una idea decente de democracia frente a una
concepción populista de la política.
Ibarretxe centró la defensa de su propuesta en el derecho de los vascos a
decidir su futuro, en el derecho del pueblo vasco a ser lo que quiera ser. Ese
es el eje sobre el que se articula su propuesta. Lo demás es ropaje: la mano
tendida, la voluntad de diálogo y de la negociación y la voluntad de
convivencia. Lo políticamente sustantivo es el derecho de autodeterminación al
que se tienen que someter también los que no creen en él. Lo políticamente
irrelevante es todo lo demás.
Frente a ese populismo asentado en una idea metafísica de pueblo vasco están las
posturas expuestas ayer por el presidente del Gobierno y por el líder de la
oposición. Dijo el presidente del Gobierno que para vivir juntos hay que decidir
juntos. Y decidir juntos no es simplemente votar, o no, en un referéndum. Es
participar en la definición del marco que regula la convivencia. Lo de vivir
juntos no es, pues, una simple cuestión de mayorías, sino de consensos, acuerdos
y pactos. Dijo también que vivir en democracia significa saber renunciar,
renuncia de la que surge la limitación impuesta por la Ley igual para todos. No
se trata, pues, de una limitación injusta, sino de una limitación democrática,
de una limitación que posibilita la libertad.
Y el líder de la oposición subrayó permanentemente la idea de que en democracia
nada es posible fuera de los límites establecidos por la Ley. En democracia no
existe legitimidad contrapuesta a la legalidad. En democracia la legalidad es
legítima, especialmente la legalidad básica, la legalidad establecida en los
marcos jurídicos fundamentales. Si esa legalidad es legítima, no puede haber una
legitimidad que se le contraponga. Y nada se puede negociar fuera de esa
legalidad legítima. Fuera está el caos.
Las constituciones no se inventan los países, ni las libertades, ni los
individuos. No nacen en el vacío histórico. Pero son democráticas en la medida
en que conducen todo lo preexistente, la geografía, la historia, los derechos
históricos, las culturas, las identidades y los individuos al ámbito de los
derechos definidos constitucionalmente. Todo lo demás es antidemocrático.