LA AUSTERIDAD CREA LA RECESIÓN
Artículo de Josep Borrell en “República.com” del 05 de noviembre de 2011
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La campana electoral
se va a celebrar con las cifras de paro como telón de fondo. Y debería servir
para explicar las soluciones que unos y otros proponen para hacerle frente.
La EPA del tercer
trimestre de este año ha aportado una cifra de paro mucho
peor que la esperada. En datos estacionalizados
superamos los 5 millones de parados, el 22 % de la población activa. En un
trimestre en el que se suele generar mucho empleo, se han perdido 147.000
empleos, es decir un 5 % en tasa trimestral anualizada.
España no es una
excepción. Todos los datos confirman un frenazo brutal de la economía europea
que está al borde de la recesión.
Se detecta una fuerte
caída del consumo, el paro sigue batiendo récords en varios países y el
crecimiento esperado en EE.UU. y la UE no será
suficiente para disminuir el endeudamiento.
Dentro de este
contexto recesivo general el dato español ha sorprendido por su gravedad. Pero
¿de qué se extrañan? Con la reducción de las rentas disponibles derivada de los
planes de austeridad, el parón de la inversión pública, las restricciones del
crédito, un crecimiento económico cercano a cero ¿qué se podía esperar?
El efecto recesivo de
las políticas de austeridad es evidente en toda Europa. Según la Comisión
Europea, este año el gasto público en la zona euro disminuirá en 20 Mme. y los impuestos aumentaran en 165 Mme. Es decir, el sector
público retirará del circuito económico en un solo año 145 mME,
equivalentes al 1,5 % del PIB. Esta media encierra diferencias importantes por
países, en España será mucho mayor, del orden del 2,7 %.
Esa disminución no se
compensa por un aumento de la actividad del sector privado. Y tampoco es de
extrañar. Para eso haría falta que el crédito bancario fluyera normalmente,
pero al contrario, disminuye. La media del crédito concedido por los bancos
europeos en los últimos tres meses ha sido 10 veces menor que a finales del
2007. Bien es verdad que estábamos entonces en los últimos coletazos de la
burbuja inmobiliaria, pero también ha sido cinco veces menor que a principios
del 2000.
Así, la reducción muy
rápida del déficit público y aplicada de forma
simultánea en todos los países, está agravando la situación en vez de
resolverla. La austeridad generalizada está fabricando la próxima recesión.
Mientras la famosa tasa sobre las transacciones financieras, que debería servir
para reducir los déficits de forma justa se retarda una y otra vez, en Francia el
gobierno de derechas vuelve a plantear subidas del IVA es decir sobre la renta
disponible de la población que menos tiene.
Lo ocurrido con Grecia
forma parte de esta medicina que agrava la enfermedad. La crisis ha sido
provocada por la especulación financiera contra la Deuda griega y agravada por
una reacción europea que no ha sido capa de tomar a
tiempo las medidas adecuadas y que ha impuesto una cura de austeridad que ha
roto la economía del país. A pesar de todos los ajustes, los déficits no se
reducen porque no hay crecimiento y sin crecimiento no hay forma de equilibrar
el presupuesto.
Las previsiones de
crecimiento no se van a cumplir en casi ningún país porque en ninguno se
aplican políticas de crecimiento, se reduce la inversión pública y no hay
medidas de apoyo a la privada. La tesis de que todo se resolverá reduciendo los
déficits a toda velocidad, todos a la vez y así volverá la confianza y la
economía volverá a arrancar es, como dice P Bruman, una creencia supersticiosa.
Por eso la izquierda
europea voto en el Parlamento Europeo contra la mayoría de las medidas
contenidas en el paquete de las seis directivas que reformaban el Pacto de
Estabilidad. Porque no contenían medidas que impulsaran el crecimiento ni
dejaban ningún margen de maniobra para inversiones estratégicas que aumentaran
el potencial de la economía. Por eso los socialistas alemanes y franceses
preparan políticas alternativas de relanzamiento de la economía para cuando
gobiernen en esos países.
Y por eso tiene tanta
razón el candidato socialista A. P. Rubalcaba cuando dice que sólo la
austeridad no es la solución y que puede ser parte del problema. Su petición de
una política activa de crecimiento, con un fuerte aumento de las inversiones
públicas de forma coordinada a escala europea y de bajada de los tipos de
interés marcan la buena dirección y ya era hora que se propusieran de forma
clara.
Algunos países, como Alemania,
podrían relanzar su demanda interna, aumentar sus importaciones y así ayudar al
crecimiento de los demás. Para exportar alguien tiene que importar. Pero como
todos aplicamos a la vez políticas de reducción de las rentas y de la demanda,
entre todos hemos generado esa dinámica regresiva que hace temer al FMI que se produzca una nueva recesión mundial.
Como decía la Sra. Lagarde, a los inversores les preocupa el déficit público,
pero les preocupa más todavía el crecimiento económico. Saben que sin él no se
pueden devolver las deudas ya contraídas ni puede haber unas finanzas públicas
equilibradas.
El margen para
estimular la actividad sin acumular más Deuda es ciertamente estrecho. Para
resolver el dilema fiscal ente austeridad y crecimiento no sirve de nada
razonar en términos de grandes agregados macroeconómicos. Ese es un debate
ideologizado sin suficiente capacidad de análisis. En las propuestas
electorales hay que bajar a los detalles, distinguiendo entre categorías de
gasto, gasto corriente versus inversión, y además que clase de inversiones. Y
trabajar con planes a medio plazo, focalizando bien los objetivos del gasto
desde una perspectiva de crecimiento que permita una posterior reducción de la
Deuda.
Reducir inversiones
creadoras de futuro, como por ejemplo en educación, es una mala política para
el crecimiento.
Es el momento de
actuar a nivel europeo lanzando un plan de reconversión ecológica, financiado
por el Banco Europeo de Inversiones, para disminuir nuestra dependencia del
petróleo y el gas. Y de crear un impuesto europeo sobre el carbono para
financiar un programa de infraestructuras transnacionales y un plan de
innovación tecnológica a escala europea.
Tiene mucha razón
Rubalcaba al advertir que si seguimos en una cruzada de austeridad
generalizada, aplicando medidas restrictivas todos a la vez, Europa volverá a
ser el farolillo rojo del crecimiento mundial.
Y no solo no
resolveremos el problema del endeudamiento, sino que las tensiones sociales y
políticas producidas por un desempleo crónico acabarán provocando la implosión
del euro.