ABRAZO EN LAS CUERDAS
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC”
del 05 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Está bloqueado,
catatónico, impotente. En estado de shock. La imagen del presidente ayer en
Bruselas, demacrado, ojeroso, apesadumbrado, casi lívido, era el retrato de un
hombre desbordado. Su impermeable actitud sonriente se ha trocado en un rictus
de agobio, en una gestualidad problemática. No puede con una crisis que ha
superado el ámbito económico y financiero para convertirse en una convulsión
completa en la que los mecanismos sociales y políticos del país amenazan
colapso. No le creen los inversores, lo desautorizan los expertos, el pueblo
desconfía, la oposición lo cerca y los suyos le desobedecen; hasta su propio partido
-Cataluña, Madrid, Valencia- ha entrado en la barrena de querellas internas
propias de una inquietud crítica. Se le ve impotente ante la deriva de unos
acontecimientos que sobrepasan su única fortaleza, que es la de la escenografía
política. Sin brújula ni competencia para tomar decisiones relevantes zozobra
en un bloqueo desnortado. Su liderazgo está más comprometido que nunca porque
ahora no se trata de avatares políticos coyunturales sino de la posibilidad seria de una quiebra nacional, de una ruina colectiva.
Como
sólo sabe interpretar la realidad en clave de consecuencias políticas, lo único
que se le ha ocurrido es tratar de abrazarse a Rajoy como un boxeador en las
cuerdas, para compartir responsabilidades, que no responsabilidad. En las
últimas semanas se ha reunido en secreto o en privado con dirigentes
sindicales, líderes nacionalistas y directivos bancarios, pero al jefe de la
oposición lo ha convocado ante las cámaras para sacarse una foto. En el último
año y medio no ha encontrado hueco en su agenda para una reunión que en
cualquier sociedad democrática constituye una suerte de rutina periódica;
estaba ocupado llamando antipatriota al primero con el que tendría que haber
tendido puentes. Todavía el domingo, el vicepresidente Chaves se dedicó a
regalarle los oídos en un mitin al presidente del PP, al que acusó de agarrarse
a la crisis como a la Virgen María para sacar partido del derrotismo. No debía
de estar al tanto; el lunes, el presunto desleal fue llamado a Moncloa. Quizá
le quieran hacer un favor dándole la oportunidad de colaborar. De meter el
hombro, como dice la retórica socialista. Pero Rajoy tiene poca pinta de
costalero; es un hombre que hace gimnasia fumándose un puro. Y no es metáfora.
Con
todo, tendrá que sumarse al rito escénico. La gente espera gestos de unidad que
apuntalen el desplome socioeconómico. Es mal momento para actitudes montaraces.
Hoy van a representar ambos, Zapatero y Rajoy, un ejercicio de cinismo
resignado. Luego todo seguirá igual. El país desangrándose por el sumidero, la
oposición a la espera de su oportunidad y el Gobierno, exangüe, vacío y
rebasado, midiendo encuestas y tramando gestos de apariencia afanosa. A la
Virgen nos vamos a tener que agarrar los ciudadanos en busca de lo que Machado
llamaba un milagro de la primavera.