EL CORRECTIVO EUROPEO
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC”
del 21 de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Zapatero ha quedado
retratado en Europa como un líder insolvente que ha de ser sometido a rigurosa
vigilancia
Aprobadillo
raso. El displicente adanista que iba a mostrar a
Europa el camino para salir de la crisis, iluminando con el resplandor
socialdemócrata los pasos de la Unión, ha terminado su semestre de presidencia
examinado por un tribunal de ceño fruncido que le ha pasado la prueba por los
pelos para no provocar males mayores, y gracias a un atropellado arreón final de mal estudiante. Todo lo que podía salir mal
ha salido mal para Zapatero en este turno europeo que pretendía convertir en el
lanzamiento de su liderazgo «planetario». Arrancó exacerbando su protagonismo y
no ha logrado sino ganarse enemistades y recelos; continuó con una cosecha de
plantones, traspiés y fracasos y ha finalizado con la forzosa revocación de su
política mediante una enmienda radical impuesta por aquellos a quienes trataba
de impresionar con su novedoso «modelo productivo sostenible». La visibilidad
internacional que buscaba sólo ha servido para provocar una profunda
desconfianza que ha acentuado el «riesgo-país» y ha hecho zozobrar la
estabilidad financiera española.
El
resumen de esta brillante gestión comunitaria se resume en una brusca cura de
humildad. El zapaterismo amplificó para darse pisto
la importancia de un simple turno de dirección de la agenda europea y quiso
imponer correctivos a los países que incumplieran los objetivos sociales, para
acabar sometido a la amenaza de duras sanciones por saltarse el pacto de
estabilidad, acorralado por la presión de los mercados de deuda y rodeado de
dudas sobre la solidez de España como miembro del sistema monetario. La
sobrevaloración del peso específico español en la Unión ha desembocado en el
arrinconamiento de la nación en el grupo de las naciones poco fiables; lo que
empezó como una advertencia simbólica —Zapatero sentado en Davos
junto a los presidentes de Letonia y Grecia— ha concluido con la evidencia de
la asimilación al peligro griego. Y todavía la retórica oficial ha pretendido
pasar como un espaldarazo de suficiencia lo que no ha sido más que un aprobado
provisional de las medidas de ajuste urgente forzadas por la tutela del directorio
francoalemán. Pero en Europa no basta la propaganda
al uso de puertas adentro; los socios exigen hechos contundentes para mantener
el aval de su dinero.
El
Zapatero que sacaba pecho bajo la estela de los cohetes del Año Nuevo ha
quedado retratado como un líder insolvente que ha de ser sometido a vigilancia
para que no comprometa la estabilidad común. Las bases de la política española
han sido revisadas por un protectorado de hecho que ha desmantelado el
proteccionismo derrochador y ha obligado al presidente a una reconversión
completa de sí mismo. Bien mirado, se trata de un balance involuntariamente
positivo; al menos alguien ha impuesto de fuera un poco de cordura en una
deriva de desatino.