LA SEGUNDA CATARSIS
Frenesí conspirativo en
el PSOE. Entre ataques de cuernos y ajustes de cuentas se fragua una asonada de
coroneles
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC”
del 26 de mayo de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Era de esperar: tras la catarsis de los ciudadanos, al zapaterismo le toca ahora sufrir la del partido. El fracaso
en las urnas ha evaporado el liderazgo y plantea con toda su crudeza la lucha
por el poder interno, que tal vez pronto sea casi el único que les quede a los
socialistas. Tras el desalojo de las autonomías y los grandes municipios el
horizonte perfila una nueva derrota y el Gobierno no sirve de mucho consuelo
porque es un barco a la deriva con un timonel fantasma, al que algunos están
pensando ya en tirar por la borda. Zapatero es como un personaje de «Los
otros»: está políticamente muerto pero aún no lo sabe porque nunca ha sido un
intérprete atinado de la realidad. Para hacérselo ver, y por si acaso al zombi
le queda alguna capacidad ejecutiva, se está formando una cola de gente
dispuesta a rematarlo.
Lo de la refundación programática e ideológica es un rollo macabeo; eso se dice siempre en todos los partidos cuando sufren un varapalo. A la nomenclatura socialista le importa ahora sobre todo el control de la operación sucesoria y consideran que el presidente, por mucho que se encastille en su mando nominal, ya no está legitimado para dirigir la hoja de ruta. El cainismo se ha apoderado del ambiente y planea sobre la organización como una ola de ceniza volcánica. Los barones autonómicos y la vieja guardia recelan de las primarias porque saben que, tras un descalabro como el sufrido, el estado de ánimo de la militancia es propicio para cualquier sorpresa. Rubalcaba teme que sean el instrumento de una maniobra contra él, y harto de evasivas empieza a sospechar que Zapatero quiere jugársela después de haberlo utilizado para apuntalarse. Entre ataques de cuernos y de nervios, rencores cruzados y amagos de ajustes de cuentas está creciendo la idea de que la candidata real del líder es Carmen Chacón, y hay prisa por cerrarle el paso. Pero la petición de un congreso no es solamente una cuestión de procedimiento: implica la renuncia de la dirección actual, la liquidación efectiva del zapaterato. Si eso ocurre equivaldría a una suerte de pustch por cooptación, a una asonada de coroneles.
El problema consiste en que si el presidente no es capaz de sostener su posición en el partido no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir al frente del Gobierno, y su deseo de culminar mandato quedaría sepultado por la afrenta de una destitución interna. Estos días hay un frenesí de llamadas y reuniones, un trajín conspirativo que mueve el propósito de llegar al comité federal en posición de ventaja. En esa reunión va a haber tantas navajas que los asistentes deberían pasar bajo el arco de metales. Pero algunos son capaces hasta de apuñalar al líder con un abrecartas. De cartas de dimisión, claro.