DE BAMBI A TARZÁN
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del 25.04.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un muy breve comentario
a pie de título:
¡PONGA UN DERECHO CIVIL EN
SU VIDA! (L. B.-B., 25-4-06, 19:00)
¡Tenemos un
Gobierno genial, y un PSOE que se va contagiando poco a poco de la genialidad
del Gobierno!. En esa búsqueda de minorías a las que
dar algún derecho civil, el Gobierno ¡ha llegado a los monos! Pronto regulará
el matrimonio entre hombres y monos, y después vendrá la poliandria, la
poliginia y posteriormente la "polisimia"
(Bueno, no sé si el término es el correcto, pero es el que me viene más a
mano). Será que el Gobierno también me está contagiando su lógica, su
semiótica, su esclerótica y su neurótida...¡ep!, ¡creo que ya estoy
derrapando!... Bueno,¡ adiós!
Se conoce que en La Moncloa han cambiado de libro de cabecera.
Después de Anselmo Carretero y su nación de naciones; de Pettit
y su republicanismo cívico; de Zygmunt Bauman y su memoria histórica, alguien se ha debido de
encontrar en los anaqueles algunos ejemplares amarillentos de Desmond Morris y de Edgar Rice Burroughs,
y se los ha zampado ignorando que estaban algo pasados de moda. El caso es que
el Partido Socialista va a respaldar en el Congreso el Proyecto Gran Simio, que
solicita la elaboración de una carta que garantice a los primates la
«protección moral y legal de que actualmente sólo gozan los seres humanos». O
sea, una Declaración Universal de los Derechos del Mono. Juro que no estoy de
broma.
Tampoco lo están, por lo visto, los promotores de la susodicha iniciativa.
Gente de respeto: Jane Goodall (premio Príncipe de
Asturias, ay), Joaquín Araujo y otros investigadores eminentes y, al parecer,
perfectamente sobrios. No, Diane Fossey no firma
porque se la merendaron los gorilas, en un gesto de ingratitud de lo más humano
que viene a dar la razón a los postulantes, en el sentido de que nuestra
especie comparte el 98,4 por ciento de material genético con estos primos
hermanos. Razón por la cuál esgrimen la necesidad
urgente de concederles una atención humanitaria de la que por el momento no
disponen de hecho tres cuartas partes de la Humanidad propiamente dicha.
Esto debe de ser cosa de las sociedades ultradesarrolladas.
Alcanzados unos niveles excelsos de bienestar, se nos va la olla y derivamos en
esta clase de extravagancias. Vargas Llosa contó en un célebre artículo el
calvario legal que sufrió en Inglaterra cierta joven que se olvidó, al marchar
de vacaciones, de proveer de alimento a una ratita enjaulada, de nombre Ziggy. Pero esto de los primates sobrepasa los límites al
comparar su inteligencia (la de los monos, no la de sus defensores) con la de
los menores de edad y los discapacitados mentales. Ya puestos, deberían haber
añadido que hay orangutanes con bastante más sensibilidad que algunos
políticos... y no pocos científicos.
Parece, pues, que en su avanzado afán por proteger a las minorías y establecer
un marco irreversible de progreso, el Partido Socialista se dispone a promover
la igualdad de los hombres (y las mujeres, faltaría más) con los simios (y las
simias). Debe de tratarse de que ya no quedan minorías que atender en la agenda
de reformas legislativas, y que todos los ciudadanos españoles gozan de la
protección adecuada de nuestro majestuoso Estado del Bienestar. Bueno, algún
espíritu quisquilloso podría objetar que ciertos seres no nacidos acaso
mereciesen la condición de personas antes que los mandriles, y que algunos
padres (y madres) de familia heterosexuales quizá deberían tener prioridad
sobre el clan de la mona Chita, pero se trata sin duda de residuos de la
mentalidad reaccionaria anclados en el más rancio catolicismo. Gente del
pasado, en fin, ajena al viento imparable de la modernidad. Esto no hay quien
lo detenga: hemos pasado de Bambi a Tarzán.