INVOLUCIÓN EN EL BÚNKER
Artículo de Ignacio Camacho en “ABC” del
01 de junio de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un comentario al final:
DESPISTES CAPITALINOS: ¿DÓNDE ESTÁ EL BÚNKER?
Luis Bouza-Brey, (2-6-08, 12:00)
Frente al proyecto relativista, esponjoso y elástico de Zapatero,
maestro de la apariencia y el diseño, la derecha española no podrá ganar si se
aleja del centro, que no es un concepto ideológico ni siquiera estratégico,
sino político, en el sentido que la palabra política tiene de posibilismo,
moderación, y capacidad integradora. Para conformar una mayoría social se
necesita ir a buscarla, no citarla desde la lejanía de un dogmatismo
destemplado en el que muchos ciudadanos no desean reconocerse. El gran logro de
Aznar fue exactamente ése, el de ir al encuentro de las aspiraciones populares
con un partido de amplio espectro unido bajo la solidez de su liderazgo, y en
el momento en que ese liderazgo se hipertrofió de soberbia hasta transformarse
en un arrogante cesarismo doctrinario comenzó la pendiente que precipitó su
caída.
El PP no ha encontrado desde entonces la brújula que reoriente su
reagrupamiento, pero mientras algunos la buscan en el pragmatismo centrista se han
empezado a oír voces que piden el retorno al pleistoceno ideológico, el
retroceso al preaznarismo más rígido. Ciertos
sectores de la derecha pretenden aprovechar la confusión de esta crisis de
dirigencia para plantear una dura involución programática, que enfrente al
mórbido revisionismo de Zapatero con una tensa propuesta de arquitectura
institucional. Algunas enmiendas del Congreso de Valencia plantean incluso una
impugnación de hecho del Estado de las Autonomías, y otras tratan de fijar al
partido en el caparazón de una especie de resistencia moral. De alguna manera,
la batalla por el control del partido está dando pie a oportunistas maniobras
regresivas que, de triunfar en mayor o menor medida, supondrían el retorno del
proyecto a la etapa anterior a la refundación, anclándolo como entonces en una
minoría social maniatada y sin posibilidad de avance.
Los involucionistas trabajan con la legítima alarma que causa la deriva
nacionalista, utilizándola como base para sembrar dudas sobre la lealtad de
Mariano Rajoy a un proyecto de identidad nacional que desean atornillar en los
estatutos para evitar cualquier dispersión táctica. Algunos de ellos fueron
sacrificados políticamente por el propio Aznar para abrirle paso a su bitácora
de alianzas con el nacionalismo, y otros tuvieron que ser apartados ante el
rechazo que generaba su praxis sectaria. Ahora vuelven a la carga ante la
evidencia de un vacío de poder propiciado por las convulsiones internas,
obviando la evidencia de que sin puentes sobre los que tender pactos será
imposible cualquier retorno al poder que permita aplicar, siquiera en parte,
sus muy arraigados valores.
Hay una derecha que se siente cómoda en el búnker doctrinal, en la
burbuja identitaria de sus propios principios, y
cíclicamente propone una vuelta a debates ya superados sin importarle cuánta
gente le acompañe en ese viaje hacia el pretérito imperfecto. Cuando ha
triunfado este modelo, ha fracasado el de una mayoría de reformismo liberal. Y
cuando eso ocurre lo que avanza es el proyecto adversario, el de una izquierda
que sí sabe a menudo cómo conectar con la expresión de las aspiraciones
sociales para darle luego a la nación el timo de la estampita con los cromos de
una política de diseño progresista.
Con un comentario al final:
DESPISTES CAPITALINOS: ¿DÓNDE ESTÁ EL
BÚNKER?
Luis Bouza-Brey, (2-6-08, 12:00)
A veces asombra el nivel de despiste que
embarga a los comentaristas capitalinos que en otras cuestiones son muy
lúcidos. Pero lo que está sucediendo es que los liberales “centristas” madrileños
no han percibido correctamente el cambio situacional que se ha producido
durante los últimos años en el nacionalismo. Y deben saber que el nacionalismo
se ha “bunkerizado”: desde el pragmatismo inicial
integrado en el marco constitucional han transitado ya al soberanismo
y la reivindicación anacrónica y reaccionaria de derechos históricos,
privilegios, conciertos económicos y principios anticonstitucionales y premodernos típicos del nacionalismo del siglo XIX.
Y frente a ellos se han encontrado a partidos
nacionales que no tienen claros los valores democráticos y republicanos, y que,
por tanto, no han sabido percibir bien el giro de la situación, moviéndose
inermes con percepciones de principios de la transición ante un nacionalismo
que ya es claramente inconstitucional.
Pues bien, los comentaristas liberales saben
percibir muy bien la deriva zapatética, pero no
perciben correctamente la necesidad de la firmeza constitucional del PP,
recomendándole apertura, diálogo y, a la postre, indefensión, para que continúe
cediendo ante el búnker nacionalista, en lugar de defender el régimen
constitucional.
Porque lo que ellos llaman “búnker”, es decir,
Vidal-Quadras, Mayor Oreja, Aguirre, parece que es lo
más lúcido que queda vivo en el PP para plantear una alternativa democrática y
moderna a la degradación y descomposición confederal de España y su Estado,
frente a la agresión nacionalista. Pues debe quedar claro de una vez que las
mandangas de balanzas fiscales, soberanías, conciertos y demás zarandajas son
el paso confederal previo a la descomposición final de España. Porque
inevitablemente están provocando ya el caos, y ante él, pedirán después una
independencia que intentarán justificar ante sus opiniones públicas como salida
al mismo.
Pero, ¿es reaccionario pedir un gran acuerdo
PP-PSOE para cerrar el Estado autonómico, ante la deriva soberanista y
confederal? ¿es retrógrado defender la Constitución,
la libertad y la igualdad ante el nacionalismo y el caciquismo precontemporáneos?¿es reaccionario oponerse al privilegio
de unos territorios sobre otros? ¿es anacrónico
defender la solidaridad entre los españoles?¿es “carca” defender que se cumpla
la Constitución en las políticas lingüísticas y culturales?¿es retrógrado
defender que los medios públicos de comunicación y la administración pública
autonómica utilicen el idioma oficial del Estado, además de los cooficiales, en
el trato con los ciudadanos?
Vidal-Quadras y Mayor
Oreja, María San Gil y Esperanza Aguirre han encontrado amplísimo apoyo popular
en sus políticas de coherencia democrática y constitucional. Piqué y otros
poseídos por el síndrome de Estocolmo, así como los partidarios del “perfil
bajo”, nunca podrán ganar unas elecciones, pues perderán hasta a su propio
electorado. Pero además ayudarán al coma inducido de la democracia española.
El bunker es el nacionalismo, no el
constitucionalismo. ¿Tan abducidos estamos todos que consideramos una opción
preferente y viable el suicidio colectivo?