LA MENTIRA COMO POLÍTICA
Artículo de José María Carrascal en “ABC” del 14 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el
artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Estoy de acuerdo con el
Rey en que Zapatero sabe adónde va. ¡Vaya si lo sabe! No ha alterado un
milímetro su rumbo desde que llegó al poder. Pero ¿recto, honesto, íntegro?
Suena a guasa, como lo de sus cejas. Oírle en Baracaldo clamar contra las
aventuras, los caminos inciertos y la violación de las reglas del juego era
como oír a Ronaldo predicar la castidad. ¿Qué aventura más arriesgada que
negociar con ETA, como él que lo hizo? ¿Qué camino más incierto para reformar
los estatutos que dar carta blanca a los nacionalistas? ¿Qué mayor desafío a
las reglas de juego que intentar cambiarlas sin contar con el mayor partido de
la oposición? Si los españoles queremos como presidente el mejor mentiroso del
país, hemos elegido bien. Si queremos alguien que vaya con la verdad por delante,
nos hemos equivocado de medio a medio.
Zapatero miente a
diestro y siniestro, a colegas y a rivales, a empresarios y a obreros, a
jóvenes y a viejos, a nacionalistas y a constitucionalistas. Mintió a Maragall,
prometiéndole dar lo que le pidiera para darle luego la patada; ha mentido a
Montilla, prometiéndole una nueva financiación para darle ahora largas, y
completó la faena catalana, engañando a Mas. Mintió a ETA, ofreciéndole en
Loyola concesiones anticonstitucionales, que, menos mal, los terroristas
rechazaron por juzgarlas insuficientes, y trata de engañar al PNV, aunque éste
se lo merece, pues es experto en dobles palabras. Pero mintió, sobre todo, a
los españoles, en el Congreso, al sobrepasar la autorización para negociar con
ETA, y en la calle, al decirnos que se había acabado el diálogo con ella,
cuando seguía negociando. Nos mintió en la campaña electoral al calificar la
crisis económica de turbulencia pasajera, y sigue mintiéndonos cuando pide
calma, unidad, templanza, firmeza, cuando fue él quien nos ha enfrentado
durante cuatro años, iniciando reformas que sólo pedían unos cuantos, e
ignorando los verdaderos problemas del país, desde el cambio de modelo
económico a la reforma de la justicia, pasando por la mejora de la educación y
la falta de agua. Y ahora tiene la cara de presentarse como moderado, como
unificador, como consecuente.
Si Bismark definió la
política como «el arte de lo posible», Zapatero la ha dejado en el «arte de la
mentira», aunque en el suyo, como en muchas piezas del arte moderno, no hay
belleza ni gracia. Hay sólo las normas brutales de los dos mayores mentirosos
de la historia, Goebbels y Lenin: «Una mentira,
cuanto más grande es más creíble» y «Una mentira repetida mil veces termina
siendo verdad». Zapatero lo practicó en su primer mandato y parece dispuesto a
seguir haciéndolo en el segundo. Tras el fracaso del comunismo y del nazismo,
sin embargo, confiemos en que se imponga el mucho más esperanzador proverbio
americano «Puedes engañar a una persona una vez, pero no a todos, siempre».
Aunque con la ayuda del PP a lo mejor, a lo peor, lo consigue.