LA COMISIÓN

 

 Artículo de José María Carrascal en  “La Razón” del 17/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

El formateado es mío (L. B.-B.)

Con un muy breve comentario al final:

NO SEAMOS INGENUOS (L. B.-B., 17-1-05, 12:30)

Lo único que no acaba de convencerme de ese ¿cómo llamarle, acuerdo, pacto, compromiso? entre el PP y el PSOE es que hayan creado una comisión para darle forma y vida. Las comisiones no se crean para solucionar un asunto intrincado. Se crean para enterrarlo de tapadillo. Esperamos que ésta sea una excepción pues de no serlo, de seguir todo igual, discutiendo cómo se para a los nacionalistas, la indignación nacional se convertiría en un tsunami para ambos partidos, especialmente para el que ocupa el poder. Menos mal que finalmente el presidente del Gobierno parece haberse dado cuenta que no se puede jugar con algo tan básico con el «ser» del Estado y la unidad de la nación.

Personalmente, hubiera preferido un acuerdo de mínimos, una declaración conjunta de Zapatero y Rajoy que dijese que España es una nación y que las reformas de los estatutos se ajustarán al marco constitucional. Tampoco se necesita más. PSOE y PP necesitan un pacto de Estado, no un pacto de gobierno. En el resto de las cuestiones políticas, económicas, culturales y sociales, tienen el derecho, incluso el deber, de seguir divergiendo, a fin de que los españoles tengamos opciones entre las que elegir. Pero en la unidad de España, en que la soberanía reside en el pueblo español en su conjunto y en que los cambios constitucionales deben hacerse por amplio consenso no debe haber la menor duda. Cosa que empezaba a ocurrir, con el avance de los nacionalismos y la pasividad, consciente o inconsciente, del Gobierno.

O sea que vamos a dejarnos de resquemores, sutilezas o zancadillas. Aquí no se trata de quién ha impuesto su criterio ni de quién va a ganar, el PP o el PSOE. Con que pierda uno de ellos, perdemos todos. Una nación, o un Estado, no puede sostenerse sobre una de sus partes. Y eso son los partidos, partes de un todo, por más razones o poder que tengan. Un ejemplo lo tenemos ante los ojos, el PP de Rajoy y el PSOE de Zapatero. A éste le corresponde mayor responsabilidad en la crisis por ocurrir en su guardia. Tiene perfecto derecho a encauzar España por la senda que considere oportuna, a casarnos o a descasarnos, a ilustrarnos o a embrutecernos, a aliarnos o a enemistarnos con quien sea, para eso le hemos elegido. Pero siempre que sigamos siendo todos españoles. A lo que no tiene derecho, por sectarismo, indiferencia o simple error de cálculo, es a poner en subasta el compromiso de convivencia tan laboriosamente alcanzado, la relativa prosperidad que finalmente llega a todas las clases del país y la igualdad de todos sus habitantes. Esta vez no nos jugamos lo que tenemos. Nos jugamos lo que somos. Algo que, ante el ataque masivo, coordinado, abrasador de quienes no se sienten españoles, aunque por su furia y dogmatismo lo parecen más que ninguno, empezábamos a olvidar. Así que ojo a esa comisión, no nos salga otra enterradora.

 Breve comentario:

NO SEAMOS INGENUOS (L. B.-B., 17-1-05, 12:30)

 

Cada vez me parecen más apreciables las opiniones de Carrascal, pero en este caso creo que peca de ingenuidad, porque, ¿con qué apoyos podría sostenerse el Gobierno del PSOE durante lo que queda de legislatura si ERC pasa a la oposición? Y por otra parte, ¿no ven que existe una ofensiva radical y coordinada de los nacionalismos periféricos y sus tontos útiles para revisar la Constitución a fondo? ¿Cómo se resiste a esta estrategia? ¿Continuando con un gobierno minoritario que puede caer en cualquier momento, al estar "agarrado por dónde hay que agarrarlo", como decía Carod?

Frente a esta situación de ofensiva conjunta del PNV, EA, ETA, IU-EB, ERC, CIU, ¿BNG?, ¿qué se puede hacer? En mi opinión, ya no se puede frenar el cambio, pero sí canalizarlo mediante un Pacto de Estado PP-PSOE y los que quieran sumarse, orientándolo hacia reformas constitucionales y estatutarias que finalicen la transición sin romper ni revisar el modelo constitucional, tal como se concretó en los acuerdos de Santillana. Pero añadiéndole algún aspecto más, como puede ser una reforma electoral y una oferta de pacto hacia los nacionalismos periféricos sensatos ---si es que quedan---.

Pero el pacto de Estado, si va en serio,  es muy probable que derive hacia un Gobierno de unidad PP-PSOE, dado que el independentismo vasco y catalán no lo van a aceptar, e intentarán continuar dominando al Gobierno. Por eso, es probable que sea necesario un Gobierno de Unidad, con plazo de duración determinado, y con objetivos más ambiciosos que los de un enroque para proteger al Gobierno actual: debería definir como objetivo el cierre de la transición poniendo a los nacionalismos en su sitio. No hay otra alternativa que ésta, o la continuación del proceso de descomposición actual, o la convocatoria de elecciones anticipadas que probablemente harían la situación todavía más difícil.