Artículo de José María Carrascal en “ABC”
del 15 de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
EL
brusco frenazo de la economía alemana ha venido a confirmar los peores
pronósticos: esta crisis no es como las demás, tiene un calado más profundo y
un recorrido más largo, por lo que la recuperación será más lenta, con
retrocesos incluso. Y si eso ocurre a los que han hecho sus deberes, puede
imaginarse lo que ocurrirá a quienes no los han hecho.
Lo que
nos lleva a la pregunta del millón (o millardo): ¿ha hecho España sus deberes?
No. Todas las medidas tomadas por el Gobierno no han surtido efecto y las que
anuncia carecen de credibilidad. Un par de cifras lo demuestra: este año, el
Estado español tiene que devolver 120.000 millones de euros como pago de su
deuda. ¿Cómo va a pagarlos? Con la emisión de más deuda y con los recortes que
anuncia. Pero hasta ahora, lo único que ha hecho es aumentar gastos, como
prolongar la cobertura de los parados, mientras el reajuste presupuestario es
sólo sobre el papel, con la espada de Damocles de los sindicatos encima. A ello
hay que añadir el endeudamiento de bancos y cajas de ahorro, un pozo del que ni
siquiera conocemos el fondo, pues sus cuentas se apoyan en carteras
inmobiliarias cuyo valor hoy es mucho menor que el contable. Un analista, Luis
de Grandes, cifra en 600.000 millones de euros las necesidades financieras de
España en los próximos años. ¿De dónde los vamos a sacar?
Los
polvos que trajeron estos lodos vienen de aquella actitud tan errónea como
simplista del Gobierno ante una crisis, que empezó negando y se ha limitado
luego a tratar con parches, en espera de que la recuperación de los demás tire
de nosotros. Pero no basta aguantar hasta que las aguas vuelvan a sus cauces,
porque las aguas pueden no volver, y los demás pueden no estar dispuestos a
tirar de los rezagados, como le está ocurriendo a Grecia. Esta crisis necesita
medidas distintas, cortes profundos, reorientación de enteros sectores
económicos, productivos, laborales, empresariales, incluso sociales y educativos.
Díganme ustedes qué reorientación ha hecho un gobierno con alguien al frente
que se ha limitado a declarar enfáticamente que «el gasto social no se
recortará», y a acusar al PP de «no tirar del carro».
Cuando
el que no está tirando es él, con su política de tapar agujeros y ocultar a los
españoles la verdadera situación en que se encuentra el país. Es como, tras
haber podido aguantar la primera ola de la crisis gracias a las reservas
acumuladas por gobiernos anteriores, la segunda le coge completamente desguarnecido.
Nos coge, mejor dicho, pues los pecados de los gobernantes los pagan los
gobernados. Pero nuestros gobernantes insisten en fórmulas que se han
demostrado totalmente ineficaces y tienen encima la desvergüenza de acusar a
quienes se lo recuerdan de antipatriotas. Cuando el mayor antipatriotismo
es mentir a la ciudadanía, ignorar la realidad y jugar con las cosas de comer
por razones ideológicas.